sábado, 30 de septiembre de 2017

DEFENDAMOS LA VERDAD Y LA JUSTICIA

Colaboración de Paco Pérez
DAR LA CARA POR LOS ÚLTIMOS ES SEGUIR A JESÚS
Estamos viviendo unos tiempos complicados y, al no tener una información veraz de otras épocas, creemos que todo se va a ir al traste. En tiempos de Jesús la sociedad también sufría ese problema pues vivía en un clima de tensión, los poderes políticos y religiosos los tenían oprimidos con sus rigideces e injusticias.
El evangelio nos propone discernir entre quién actúan bien y quién mal… ¿Por qué?

Porque al producirse la escena de Jesús con los vendedores del Templo los poderes públicos se sorprendieron de lo que hizo y se sintieron atacados. Era verdad que su acción iba dirigida hacia la injusticia del poder pero el verdadero sentido de su acto era que ellos aceptaron la Ley de Dios pero no la practicaban, no se arrepentían y seguían estancados en sus incorrecciones. Por eso les aclaró sus actos con aquella parábola, los incumplidores que se arrepentían eran perdonados pero los que enseñaban las normas y después no cambiaban su comportamiento, como es lógico, no estaban en el buen camino y Él les hizo ver esa realidad.
Jesús, al contrario que ellos, tenía un gran respeto por la Ley y los Profetas, observaba la realidad que había a su alrededor (la que afectaba a tantas personas que estaban maltratados por la enfermedad, la pobreza…), soñaba con el Reino y su “nueva justicia” y estaba convencido de realizar la misión que Dios le había encargado, predicar su Reino en medio de Israel y por todos los pueblos.
Dios es un misterio incomprensible para la mente humana pero Jesús se lo hacía entendible proponiéndoles ejemplos tomados de las realidades de su entorno: “una oveja perdida”, “un hijo pródigo”… Así, aquellas gentes sencillas comprendían cómo se preocupaba Dios de los problemas cotidianos que ellos tenían.
Los hombres, incluido Él, siempre han tenido un tema común… ¡¡¡Sentirse abandonados por Dios en momentos puntuales de sus vidas!!!
Este resquemor suele invadir al hombre cuando la adversidad lo golpea. Si nos remontamos a los tiempos de Ezequiel, encontraremos los reproches que el pueblo hacía a Dios cuando fueron deportados a Babilonia después de la destrucción de Jerusalén. Este profeta tuvo que intervenir para aclararles donde estaba el error de esas lamentaciones hacía Dios. Esto les dijo, está en Ezequiel 18, 25-26:
[Así dice el Señor:
Comentáis:

- No es justo el proceder del Señor.
Escuchad, casa de Israel:

- ¿Es injusto mi proceder?, ¿O no es vuestro proceder el que es injusto?
Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió.].

Si en alguna ocasión nos encontramos perdidos, como le ocurrió al pueblo de Israel en Babilonia, deberemos acudir al Salmo 24 para leer este párrafo: [Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador, y todo el día te estoy esperando.].
El Reino que Jesús les anunciaba no se parecía en nada al modelo social en el que ellos estaban acostumbrados a vivir. En éste los poderosos se juntaban con los poderosos y los pobres eran marginados por los otros pero en el Reino que Jesús les proponía todo sería al revés, los últimos de la sociedad serían los primeros y los poderosos no entrarían o serían los últimos.
¿Por qué les planteaba Jesús estas situaciones?
Porque el hombre estaba entonces, y ahora también, acostumbrado a vivir en un Reino en el que no se respetaban las leyes divinas pero sí se respetaban las prohibiciones religiosas del judaísmo y las costumbres sociales y culturales. Jesús luchó para enseñarles que ese no era el camino y por eso realizaba acciones contrarias a las que ellos hacían: Se sentaba a comer con los pecadores; aceptaba que algunas mujeres fueran sus discípulas, cuando todos sabemos qué papel tenían asignado ellas en aquella sociedad; no les aconsejaba romper con la ley del sábado pero sí les enseñó con actuaciones comprometidas qué era prioritario hacer y qué no en ese día…
San Pablo intentó ayudar con sus cartas, desde la cárcel, a los cristianos de las comunidades y en ellas les recordaba qué debían hacer y qué no. Leamos Filipenses 2, 3-7:
[No obréis por rivalidad ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.
Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús. Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.].

Seguir a Cristo lleva consigo muchos sacrificios y los cambios personales y sociales no se pueden hacer de un día para otro, hay que ser pacientes para realizar un crecimiento progresivo mediante el cual vayamos recorriendo las etapas que nos hagan abrazar convencidos la realidad de su mensaje:
- Conocerle bien.
Podemos hacerlo leyendo la Biblia… ¿La hemos leído?
Si no la leemos… ¿Podremos llegar a conocerle?
Es difícil, si seguimos sin leerla, porque no nos podemos enamorar de quien no conocemos.
- Seguirle.
Deberíamos hacerlo integrados en la comunidad PARROQUIAL y, guiados por ella, para que pudiéramos impulsar la actuación de la FAMILIA cristiana y, una vez consolidada, poder ampliar nuestra labor al entorno.
Abordar el cambio personal y social con convencimiento, sinceridad, entrega…  
Jesús fue consciente de que transmitir su mensaje le ocasionaría en el futuro inseguridad. A pesar de todo lo dejó en manos de Dios porque entendía que para trabajar por el Reino no hay que especular con nada, Él no lo hizo ni con su propia vida.

Si nos acostumbráramos a leer la Biblia tendríamos la oportunidad de conocer mejor a Jesús, la historia del Hijo de Dios, y así nos daríamos cuenta de que fue un ser extraordinario que fascinó a sus contemporáneos con su ejemplo, que nos enseñó a ser inconformistas con la injusticia que suelen imponer a los pueblos los sistemas imperantes, ocurría entonces y ocurre ahora, y practicó el dar un paso al frente para implantar la justicia en este mundo. 

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