domingo, 17 de septiembre de 2017

LOS HOMBRES Y EL PERDÓN

Colaboración de Paco Pérez
Si nos ofenden deberemos tomar la actitud de olvidar, perdonar y así, cuando nos presentemos ante Dios para orar, le ofreceremos el fruto de nuestro esfuerzo.
El perdón es un acto individual que cuesta hacerlo cuando nos ofenden y de ahí el cambio que dieron a sus vidas quienes conocieron cómo respondía Jesús en situaciones de este estilo. Hasta que apareció Jesús aquellos hombres se guiaban por las leyes que había establecidas sobre él, aguantar “cuatro” veces la ofensa. No obstante, San Pedro la amplió y le habló a Jesús de “siete” pero Él le respondió que “setenta veces siete”.

¿Qué pretendió transmitirle Jesús con ese número?
Será difícil que acertemos pero si perdonó a quienes lo mataron pues me imagino que lo hizo sin límites y por eso nos pide que no nos cansemos de hacerlo.
Él nos aconseja ponernos en el lugar de quienes se acercan a nosotros a pedirlo y por ello  debemos escucharlos porque si no lo hacemos podemos ser condenados al no haber tenido compasión de quienes lo pidieron, Jesús sí la tuvo siempre… ¿Es justo pedir perdón a Dios cuando rezamos el Padrenuestro y después no perdonar nosotros a quienes nos ofenden?
Debemos valorar que en determinadas ocasiones quienes nos ofenden no actúan con maldad y por equivocación o error, en este caso no hay culpabilidad en ellos y no deben ser castigados.
Hay quienes consideran que nadie cambia pero Jesús sí creyó en el cambio de las personas. Tenemos el ejemplo de la mujer adúltera, por eso la perdonó y le pidió que no pecara más. Lo hizo porque consideró que así le daba la oportunidad de ser después una mujer diferente. Este planteamiento que nos legó nos enseña que debemos ser comprensivos con quienes defienden que se busque la reinserción de la población reclusa pues, si se consigue algo, será un éxito.
Antiguamente se asociaba la enfermedad con el pecado y por esa cultura popular las personas eran marginadas, recordemos lo que hacían con los leprosos… ¿Valoraban el sufrimiento de esas personas?
Jesús acabó con ese problema saltándose los planteamientos sociales equivocados que había en su tiempo y lo hizo porque sólo eran prejuicios impuestos por la sociedad y la religión, pero elevados a la categoría de ley. Él reaccionó, principalmente, para desmontar aquella mentira y aliviar el sufrimiento físico y moral de quienes lo padecían. Por eso tocaba a los leprosos y se juntaba con los pecadores. Esta compasión de Jesús nos enseña el camino que debemos recorrer para hacer desaparecer el rencor e instalar en nosotros el perdón.
Cuando una persona se acostumbra a perdonar a todos, a quien realmente está ayudando es a ella misma pues así su conciencia queda liberada de muchas cargas emocionales. Quienes logran pensar de esta forma sí podrán amar de verdad y ser felices.
Debemos pensar que si luchamos por vivir allí arriba junto a Dios el resto del tiempo el perdonar aquí será una obligación… ¿Por qué digo esto?
Porque considero que de no hacerlo, tal vez, podríamos perder ese tren y no viajar hasta Él. Pero, de ser ciertas mis palabras, lo más lamentable sería que cambiaríamos los pocos años que pasamos aquí cometiendo acciones malas, fruto del rencor, por un montón de felicidad en el Reino durante el resto del tiempo.
¿Merece la pena plantearnos qué debemos hacer?
Sabemos que Dios perdona al ofensor, nos lo enseñó Jesús con la “parábola del hijo pródigo” pero en el A.T. también quedó esclarecido el tema del perdón en ECLESIÁSTICO 27,33-28, 9:
[Furor y cólera son odiosos; el pecador los posee. 
Del vengativo se vengará el Señor y llevará estrecha cuenta de sus culpas
Perdona la ofensa a tu prójimo, y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas. 
¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro y pedir la salud al Señor
No tiene compasión de su semejante, ¿y pide perdón de sus pecados? Si él, que es carne, conserva la ira, ¿quién expiará por sus pecados? 
Piensa en tu fin, y cesa en tu enojo; en la muerte y corrupción, y guarda los mandamientos.
Recuerda los mandamientos, y no te enojes con tu prójimo; la alianza del Señor, y perdona el error.].

En las relaciones humanas siempre estuvo presente el perdón pero Dios nos lo fue presentando de manera diferente, adaptando el mensaje a los tiempos.  


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