miércoles, 6 de septiembre de 2017

TOMANDO EL FRESCO EN LAS NOCHES DE VERANO

Colaboración de Paco Pérez
Capítulo VI
MARÍA FUE DE VELATORIO
Hubo un muerto en el pueblo y ese hecho luctuoso hizo que la tertulia de aquella noche les llevara a comentar el buen comportamiento que siempre había tenido el difunto en sus relaciones con los vecinos y con todas las personas del pueblo.
Cuando el análisis del desaparecido se agotó María viajó al pasado y les recordó las exageraciones de antes, para hacerlo les dijo:
- Hay que ver, cómo ha cambiado con el tiempo esto de los muertos.

– Bastante, aquello de entonces era demasiado pesado –le contestó otra vecina.
– En Barcelona sí se hacen bien estas cosas porque allí los llevan a un lugar que se llama “Tanatorio”, en él hay de todo y la gente va y viene cuando más le conviene.
Alguien recordó entonces la que se metía antes en las casas por no tener en ellas las condiciones adecuadas para tanta gente, había que acarrear sillas de los vecinos. Después de enterrar al difunto había que fumarse de nuevo, también en las casas, los nueve rosarios que se rezaban a continuación, uno tras otro y todas las noches, con la ayuda de la “rezaora”… ¡¡¡El cachondeo que se metía antes y después del rezo era muy grande y por eso tardaban los asistentes mucho en irse!!!
- ¿Cómo se llamaba aquella vieja que siempre rezaba y tenía un montón de aleluyas? –preguntó otra vecina.
María DoloresLa Hortelana”, vivía en la calle La Luna y era la abuela de “Las Palomas”.
- Era una mujer muy religiosa – aclaró otra.
Entonces intervino María para contarles lo que le ocurrió a ella en el muerto de CristinillaLa Tolovea”.
Era invierno y después de cenar acudió con su marido al velatorio y recordó que por otra costumbre de entonces los hombres estaban juntos, esa noche lo hicieron alrededor de la lumbre que había en la cocina de la casa, y las mujeres estuvieron reunidas por otro lado arrimadas al brasero con picón y ascuas que había en la mesa camilla porque hacía mucho frío.
Aquella noche también estaba allí JosefaLa de Villa Conchita”, ésta no se acercó a la mesa camilla y por eso estaba algo retirada de las reunidas. El ambiente estaba tranquilo, nadie hablaba y María decidió romper aquel silencio diciéndole a Josefa:
- ¡¡¡Acérquese usted, que hace frío!!!
– No puedo con los braseros, me dan mucho calor –le contestó Josefa.
Josefa, yo creo que lo que a usted le pasa es que no se quiere acercar porque no quiere oler el pestazo a c _ _ _ _ _ que sale del brasero –afirmó María.
Josefa, no pudiendo aguantarse la risa que le ocasionó lo que le soltó María, se levantó y les dijo:
- Ahora vuelvo, se me ha olvidado tomarme la pastilla.
Se levantó y salió de donde estaban y regresó cuando ya se calmó el ambiente de cachondeo que se metió con la ocurrencia de María.
Estas cosas, y muchas más, ocurrían con frecuencia en los velatorios de aquellos tiempos.

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