sábado, 23 de septiembre de 2017

SEAMOS BONDADOSOS Y JUSTOS

Colaboración de Paco Pérez
EL CAMINO PARA RECIBIR LA GENEROSIDAD DEL PADRE
En tiempos de Jesús ocurría igual que en nuestros días, quienes vivían en las ciudades consideraban a los habitantes del medio rural personas brutas e incultas. Este era el concepto que tenían de Él por haber nacido en uno de esos lugares.
¿Por qué es necesario hacer esta aclaración?
Porque cuando comenzó a predicar y a realizar acciones extraordinarias sus enemigos intentaban desprestigiarlo proponiéndole a la sociedad esta preguntaban, está en Juan 1,46:
- ¿De Nazaret puede salir algo bueno?”

ÉL nos enseñó muchas cosas, también a orar, pero las personas no nos fijarnos en su ejemplo y preferimos escribir textos bellos que, después de darles muchas vueltas en nuestro escritorio, ya quedan pulidos para ser publicados y convertidos en oraciones que son divulgadas para que otros las repitan en los templos… ¿Así es como debemos de dirigirnos al Padre en oración?
Si Jesús lo hacía hablándole con naturalidad en un acto en el que como Hijo le comunicaba sus inquietudes… ¿Por qué nos empeñamos en seguir otros caminos?
Él lo hacía así de sencillo: [Danos el pan que necesitamos cada día.].
Las grandes preocupaciones de aquellas gentes eran la comida y el honor de la familia, para todos. Luchaban por lograrlos y mantenerlos, no se apoderaban de lo ajeno y, como es lógico, no permitían que otros les quitaran los suyo. Todos los miembros cuidaban de que nada alterara la paz familiar y vigilaban que el prestigio de la familia no se manchara. Como Él conocía bien el mundo rural, por vivir en él, cuando le llegó la hora de darse a conocer sus ejemplos los ponía utilizando la realidad que los rodeaba y así sus mensajes eran muy entendibles.
Cuando comenzó su vida itinerante rompió con los moldes sociales y familiares que había establecidos y puso en peligro el honor de su familia cuando la abandonó para llevar, según entendían sus paisanos, una vida de vagabundo: vivía alejado del hogar, no trabajaba, realizaba exorcismos y curaciones extrañas y les anunciaba cosas desconocidas. Por actuar así sus propios familiares consideraban que era una vergüenza para ellos y cuando se enteraron de lo que hacía fueron a por Él para retornarlo a su casa, creían que no estaba cuerdo.
Él, criado en la misma cultura, decidió romper con ella y por eso sufrió la incomprensión de los vecinos de Nazaret pues no supieron acogerlo y reconocerlo como lo que realmente era… ¡¡¡Un profeta!!!
En Marcos 6,4 podemos comprobarlo, él sí se lo reconoció cuando escribió denunciando: [Ningún profeta carece de honor más que en su tierra, entre sus parientes y en su propia casa.].
La incomprensión hacía Jesús aún sigue vigente y antes de que ocurriera Isaías lo anunció, está en 55,8-9:
[Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos -oráculo del Señor-.
Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes, que vuestros planes.].
Debemos reconocer que todavía no hemos reaccionado para dar solución a esta realidad que emborrona nuestra actuación y nos aleja de lo que debemos hacer.
Jesús no se preocupó por las consecuencias que le vendrían por romper con los moldes culturales de su entorno pero nosotros, los cristianos católicos, nos aferramos a las tradiciones… ¿Por qué? Porque éstas no nos comprometen a nada pero no valoramos que ser tradicionalistas sí nos depara el no seguirle a Él y eso nos lleva a no experimentar lo que Él padeció… ¿Qué nos ocurriría si nos manifestáramos en contra de las procesiones?
Leamos Éxodo 20, 3-6:
[No tendrás dioses ajenos delante de mí.
No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 
No te inclinarás a ellas ni las honrarás, porque yo soy Jehová, tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,  y hago misericordia por millares a los que me aman y guardan mis mandamientos.].
Según este texto debemos reflexionar para sacar nuestras propias conclusiones, tomar la postura correcta si creemos que esas prohibiciones las estableció Dios y que Él desea que se cumplan.
Pues, a pesar de ello, el hombre se atrevió a interpretarlas a su manera y a modificarlas, a pesar del texto de Isaías.
San Pablo nos da una lección ejemplar en  FILIPENSES 1, 20C-24. 27A cuando nos enseña, estando preso, que el camino fácil de él era morir para estar pronto junto a Jesús pero reflexiona y concluye reafirmándose que pensar así es lo fácil y lo difícil es trabajar aquí en su nombre para ayudar a otros.
Texto:
[Hermanos:
Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger.
Me encuentro en ese dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros.
Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo.].
Que las personas no tuvieran trabajo entonces también preocupaba a Jesús y por eso les habló de un modelo justo en el que el empleador, empujado por su bondad y amor hacía los necesitados, practicó la justicia y, a pesar de ello, no fue aplaudido.
¿Comprendieron los primeros trabajadores al dueño solidario con el necesitado por desprenderse de su dinero para ayudarles?
No, se sintieron ofendidos porque trabajaron menos y les pagaron igual que a ellos… ¿Comprendieron que lo hizo para darles de comer sin que fuera limosna?
La realidad es que hagamos lo que hagamos siempre habrá alguien que discrepará de nuestros actos pero nosotros deberemos hacer, lo mejor que podamos, aquello que nos enseñó Jesús.

















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