martes, 23 de abril de 2019

NUESTRO ENTORNO, ALMENARA


Colaboración de Paco Pérez
EL TRACTORISTA DE “LA GATA”
El día que visité Almenara por primera vez tuve un encuentro, en la CasillaEl Almendrao”, con Sebastián García MoralGalgo Viejo” y Manuel Moreno VivancoEl Coco Gordo”.

Nosotros habíamos parado junto a ella para observar desde allí el lugar al que viajábamos y porque yo quería conocer la mítica Casilla pues en Villargordo era también muy famosa desde que era pequeño. Estábamos en ello cuando se presentaron Manolo y Sebastián, después de los saludos nos desvelaron que el motivo de su viaje era ir en busca de los “Cardillos” y de una “mostela de espárragos”, nosotros les comunicamos que íbamos de excursión a la cortijada de Almenara.
Manolo recordó que en esa cortijada había pasado unos pocos años pues estuvo trabajando con “La Gata” como tractorista de un cadenas, también comentó que estuvo muy a gusto con esa familia pero que se marchó cuando comenzó a trabajar en la hostelería, lo hizo como “camarero” en el Restaurante El Recreo” de nuestro pueblo, en él estuvo trabajando hasta que cerró sus puertas al público.
Los cardilleros, antes de marcharse, nos comunicaron que pensaban hacer la carga pronto y que al regresar, si no nos habíamos marchado, pararían de nuevo en la era de la cortijada.
Os recuerdo que visité Almenara en el 2011 y lo hice en compañía de Alonso y de su hija Ana María, ella fue nuestra conductora.
Alonso tenía pensado visitar a Braulio y a su hermana Catalina porque iban mucho por su casa cuando vienen por el pueblo pero le aconsejó a la conductora que llevara el coche hasta la era porque si les hacíamos la visita primero se nos podía alargar demasiado el encuentro.
Una vez allí, desde la era, las vistas nos maravillaron tanto que durante varias horas, Ana con el móvil y yo con la cámara, no nos cansamos de grabar imágenes.

Estábamos muy atareados con nuestras grabaciones cuando aparecieron de nuevo Manolo y Sebastián y les pregunté:
- ¿Cómo ha estado la recolección?
– No hemos encontrado cardillos pero hemos cogido dos buenas “mostelas de espárragos de piedra” –contestó Manolo.
Al no encontrar cardillos le dije:
- Por lo que acabas de decir me he acordado de una experiencia que tuve hace ya muchos años buscando cardillos, era la primera vez que iba y me acompañaba Alonso Moreno Uceda Alonsarro”.
El bueno de Alonso estuvo trabajando con nosotros algunos años durante la recolección de la aceituna y, cuando los visitaba en el tajo los fines de semana, charlábamos de los temas que surgían. Un día la conversación giró sobre este tema y él me propuso salir una mañana a buscarlos, lo haríamos cuando se acabara la campaña aceitunera.
El día acorado lo recogí por la mañana en su casa y nos marchamos con dirección a Las Infantas pues cerca de ese núcleo urbano, según él, había unos terrenos sin cultivar donde había muchos. Al llegar al tercio de tierra calma que él escogió sacamos unos sacos, cogimos las navajas y comenzamos a patear el terreno, algo separados. Yo iba entusiasmado con la experiencia pues no paraba de cortar y de echarlos al saco, un poco tiempo después ya tenía el saco casi lleno.
Estaba muy atareado cortando cuando Alonso me gritó:
- ¡¡¡Paco, vámonos!!!
Yo cogí el saco, me acerque hasta donde estaba él y le pregunté sorprendido:
- ¿Qué pasa Alonso?
– Pues que no hay ni uno –me contestó.
– ¿Cómo es posible si yo llevo un montón?
Me acerqué hasta él y le abrí saco para que viera el contenido del saco.
Cuando miró en el interior dio una carcajada y me dijo:
- ¡¡¡Lo que has hecho ha sido dejar sin comía a los “zurreones”, lo que llevas en el saco son “cardos borriqueros”!!!
Inmediatamente salimos los dos dando carcajadas y todavía las damos cuando nos encontramos por la calle y recordamos aquella escena cómica.
Cuando acabé el relato de mi experiencia cardillera las risotadas volvieron a repetirse y, una vez sosegados, Manolo nos dijo:
- No os marchéis que voy a visitar a Braulio y a Catalina, los saludaré y les pediré que me dejen dar con el “tractor de cadenas” una vuelta por la era.
Nosotros, en su ausencia, comentamos que no se lo iban a permitir pues todos sabemos que los almenareños son muy oscuros. Unos minutos después comprobamos que en esta ocasión se superaron los hermanos, le concedieron su deseo y, dándole las llaves, le permitieron cumplir su deseo. Creo que supieron valorar el buen recuerdo que tenían de Manolo como “tractorista” pues fueron muchos los años que estuvo trabajando con ellos.
Nuestra sorpresa fue grande cuando el ruido ensordecedor del tractor se apoderó de la era y Manolo se presentó ante nosotros manejándolo con las palancas… ¡¡¡Qué cara de satisfacción tenía cuando llegó hasta nosotros!!!
Ante de que se bajara le grabé ese momento inolvidable para el recuerdo de él y de su familia.

Después se bajó y, sin parar el motor, nos dio unas cuantas explicaciones técnicas de sus prestaciones. Lo observamos y comentamos que tenían algo descuidado el mantenimiento pero Manolo nos aclaró que ya sólo lo usaban para transportar la aceituna a la cooperativa cuando llovía mucho y los caminos se ponían intransitables. También nos aclaró que ya se han modernizado con tractores de gomas que son más manejables y económicos de consumo.
Nosotros nos despedimos de Manolo y Sebastián porque el
ex-tractorista deLa gata tenía que retornarlo a la cochera y nosotros teníamos que ir a saludar a Braulio y Catalina.


Después de los saludos de rigor estuvimos unos minutos con ellos, durante la conversación recordaron con mucho cariño a Manolo, nos despedimos, subimos al coche y retornamos a Villargordo.
Al día siguiente nos comentó Sebastián que Manolo le propuso durante el regreso pasarse por el “Pilar redondo” para coger un par de peces colorados pues pensaba que acompañados de una tortilla de espárragos el menú de ese día sería genial.
Lo que no sabía el pescador es lo que le esperaba… ¡¡¡Tanto se tuvo que abalanzar para cogerlos que terminó imitando a BlasBotines”, acabó nadando dentro del charco!!!
El episodio le hizo renunciar a su captura y, además, como salió espichando agua por todos lados pues Sebastián no lo subió ya al coche, tuvo que retornar a casa andando y, al pasar por el solar de su primo Manolo Viúdez, le pidió un peine para peinarse pues con el chapuzón se le había venido la mota hacia la frente, estaba así irreconocible y no quería que al llegar a casa su esposa lo confundiera y en vez de abrirle la puerta le echara la tranca.
Su primo, para evitarle un disgusto con Antonia, le preparó un chándal seco y un peine adecuado. Entonces se sintió feliz y presentó en casa  con la “mortela de espárragos” y una sonrisa de oreja a oreja.


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