jueves, 11 de abril de 2019

NUESTRO ENTORNO


ALMENARA, ANÉCDOTAS
CAPÍTULO XI-I
Colaboración de Paco Pérez
LA PRIMERA Y ÚLTIMA SERENATA “ALMENAREÑA”
La JUVENTUD es una etapa muy bonita por la que todas las personas tenemos que transitar durante nuestro “caminar por la vida”. Los expertos la localizan entre los 10 y los 24 años y después la fraccionan en etapas: Pubertad, de 10 a 14; Adolescencia, de 15 a 19, y Juventud Plena, de 20 a 24 años.
Todos sabemos que es un viaje fantástico que no tiene retorno, en este planteamiento no creo que haya discrepancias pero donde es posible que no coincidamos es en la manera en que cada viajante lo realiza porque las vivencias, los recuerdos y las secuelas –si las tuvo- serán diferentes.

Los escritores siempre han traído y llevado este tema en sus obras literarias, tanto en prosa como en verso, para mostrarnos su grandeza. Como prueba de lo dicho, voy a tomar prestada la estrofa que escribió Rubén Darío, el gran poeta nicaragüense, en:
JUVENTUD, DIVINO TESORO
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro
y a veces lloro sin querer. 

Los jóvenes siempre fueron inquietos, soñadores, traviesos y también juiciosos, los menos… ¿Es que ya no lo son?
¡¡¡Ay, qué mal camino llevarán quienes no sean así!!!
He planteado este comienzo porque en la década de los CINCUENTA hubo un grupo de jóvenes que no paraban de hacer trastadas, no habían salido de una cuando ya estaban metidos en la siguiente. Me refiero a mi buen amigo y relator Francisco MorenoFrasco el Trapero  y a su grupo de inseparables: Martín BerrioGranero”, Pedro Manuel Moreno “Carpanto”, Manuel Moreno Carabinas”, Eleuterio Lombardo
En aquellos años bailar era complicado porque no había discotecas, las verbenas populares se organizaban de fiesta en fiesta, las mujeres bailaban con otras mujeres y los hombres se quedaban con la boca abierta mirándolas… ¡¡¡Esa realidad era la que había entonces!!!
De vez en cuando, en las casas y con motivo de algún bautizo o petición de mano, se organizaban bailes con música de “gramófono”, el que era conocido popularmente en Villargordo como “gramola”.
Según me comentó Frasco, un domingo se organizó en una casa de la calle Conde Mejorada, conocida entonces como “Callejón del Horno de Joaquín”, un guateque al que asistieron invitados la peña del señor Frasco. Era una fiesta familiar en la que él conoció a una muchacha que vivía con su familia en la cortijada de Almenara, bailaron, hablaron de diversos temas y se divirtieron mucho.
Parece ser que ella no había frecuentado muchos bailes y la experiencia que tuvo aquella tarde debió agradarle mucho y por esa razón le dijo a Frasco:
- No he estado en muchas fiestas y creo que voy a venir más a menudo por el pueblo.
- ¿Te está gustando bailar?
– Mucho – le contestó ella.
– Pues, si tú quieres cuando organicemos alguno te avisamos –le propuso él.
– Muy bien, se lo diré a mis padres y ellos me traerán.
Cuando le llegó a la muchacha la hora de marcharse a casa Frasco le dijo:
- Si quieres te acompaño hasta tu casa.
– No, me voy sola. Me están esperando mis padres y cuando llegue nos vamos para el cortijo.
Se despidieron y, como Frasco se quedó ya sin pareja, pues su cabeza comenzó a darle vueltas a una idea y la maduró bien para proponérsela a los amigos cuando se acabara el baile.
Ya estaban paseando por la calle, comentaban cómo les había ido, se comunicaban cuántos pisotones habían dado y recibido mientras bailaban… Cuando más ilusionados estaban volando gracias a los recuerdos de la velada, sin que ellos lo esperaran, les dijo:
- ¿Qué os parece si vamos hasta Almenara y le echamos una serenata a mi pareja de baile?
Manolo, que era muy prudente, exclamó:
- ¡¡¡Tú estás loco!!!
Martín también se opuso, pero razonando:
- A estas horas es una barbaridad… ¿Quién va mañana a trabajar si viajamos hasta allí, qué van a decir nuestros padres?
– Yo creo que una locura más no nos hará daño – dijo Eleuterio.
Frasco, ya puedes estar sacando el carro que la almenareña nos está esperando – apoyó Pedro Manuel.
Se fueron hasta la casa de Frasco, actuaron de manera sigilosa para no hacer ruido, sacaron del corral el vehículo a mano y con sumo cuidado, lo llevaron hasta la calle, mientras tanto Frasco visitó la cuadra y sacó un mulo fuera, le pusieron el aparejo, lo metieron en los varales los miembros de la cuadrilla y el promotor de la excursión entró a la casa para coger la “gramola” y los “discos”. Para calentar el cuerpo durante el viaje, el follonero Frasco visitó la alacena, agenció una botella de anís dulce y, con trago va y trago viene, una barbaridad por aquí y otra por allá, cuando llegaron al lugar de destino el vidrio aterrizó vacío junto al camino.
Una vez allí avanzaron en silencio, el carrero condujo el vehículo hasta la era central de la cortijada.
Una vez detenido el carro, Frasco colocó el disco en el plato de la “gramola”, dio varias vueltas a la manivela, el mecanismo empezó a girar y las notas musicales comenzaron a volar por la era… ¡¡¡Estaban entusiasmados con lo que estaban viviendo!!!
De pronto y sin esperarlo, el silencio con que fueron recibidos se tornó en ruidos… ¿Qué pasó?
Comenzó a escucharse por todos los puntos del lugar:
- ¡¡¡Guau, guau, guau, guau!!!
Al principio se escuchaban alejados pero cada vez estaban más cerca y, como si hubieran sido llamados a formar ante el carro-orquesta, se presentaron atraídos por la música y comenzaron a morder al mulo en las patas. Éste reaccionó dando coces y saliendo en carrera con la comitiva encima, el conductor condujo como mejor pudo el vehículo hacía el camino de regreso y, como estaba tan oscura la noche pues una rueda pasó por encima de una piedra algo grande, con el golpe de la rueda al pasar por encima de ella se rompió el carro quedó estropeado, no pudieron parar al mulo y todos fueron a dar el porrazo en el interior de la “Charca”.
Con este final inesperado la serenata no acabó en tragedia de puro milagro, metidos en el agua comenzamos a reír y Frasco ya no me contó cómo y cuándo llegaron al pueblo, qué reacción tuvieron sus padres... Deberemos imaginarnos el desenlace pero estoy seguro de que más de un ganchazo se llevaría.


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