viernes, 22 de mayo de 2020

EL PRECIO DE LA ALHAMBRA


Colaboración de José Martínez Ramírez
Recordando a Rafael Titos “El Chato los Tratos” y a Tomás García “Zamorita”.
Fueron dos personas inolvidables de Villargordo que nos dejaron anécdotas únicas e irrepetibles y una de ellas la protagonizaron una noche de primavera en la que los astros encaminaron sus pasos hasta “El Tropezón” para tomarse unas copas, cada uno llegó a su aire.
Era sábado, estaban en la barra distantes porque había gente, no tenían prisa para levantarse al día siguiente, poco a poco se fueron quedando solos y terminaron uno al lado del otro en animada y graciosa charla. Después de reírse ambos, con las cosas que se decían, a Tomás se le ocurrió proponerle a Rafael llamar a Fernando Bergillos para que los llevara a Granada a tomarse las últimas copas de la noche.

El viaje fue somnoliento pero al llegar a ella Fernando les tocó la trompeta y de nuevo recobraron locuacidad, aparcaron y se incorporaron a la noche granadina. Cuando dieron por acabada la parranda Tomás les propuso subir hasta la Alhambra para ver el amanecer desde sus alrededores, lo hicieron y la esencia de aquella última parada está reflejada en el poema.
Un tiempo después Rafael recordó aquella noche inolvidable donde todo empezó, en “El Tropezón”. Le pusieron una cuartilla y un bolígrafo delante para que escribiera aquel recuerdo, lo hizo, mi hermano Juanito lo guardó y este es el recuerdo que un día me encontré en un cajón entre sus cosas:
Me cuentan hoy que Fernando,
aquella noche de ensueño
les dio como alimento,
en su taxi un buen paseo.
A Graná en tiempo pasado.
Sigue mi profe diciendo
que hubo mucho tabaco,
luces, vino, todo un infierno
bajo un cielo mágico.
De perfumes no recuerdo
si alguien salió ahogado,
tantas golondrinas, cielo,
acaba uno atolondrado.
En el lote ese año,
Tomas de terciopelo
Rafael el “Chato los Tratos”,
nadie duda y no quiero
insistir en el desánimo
que se siente por derecho,
a la sombra de un granado.
En la Alhambra es sincero
más que amigo, un hermano.
De madrugada, con tiempo,
habló Tomás muy sentado
y al lado del riachuelo
le preguntó por un trato.
La Alhambra a qué precio
resultaría más barato?
Rafael recibió al sujeto
con semblante extraño.
Tomás dale que te pego
con el mismo encargo,
cansado y muy sincero
respondió Rafael sabio.
Con sus años, era un genio,
La Alhambra, tirando bajo
vale como todas, tormento!!

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