martes, 23 de junio de 2020

FABIO MORENO

Colaboración de José Martínez Ramírez

DAÑO COLATERAL DE UN ACTO CRIMINAL

El otoño en noviembre
lloran los arboles vascos,
deja desnudos y en ciernes,
las hojas del desamparo.
Lo conocí un viernes
o quizá era sábado,
un niño juega de verde
muy feliz con su hermano.
¿Qué culpa tiene el imberbe
si aún no sabe del pecado?
¡Si apenas sabe si bebe
leche o zumo de arándano!
Su padre sabe si quiere
o no quiere los dados,
apenas habla, y siempre
sonríe con su hermano.
Es ajeno a la sierpe
que acecha en el tejado.
Su inocencia no comprende
que quieran hacerle daño.
¿Cómo puede haber gente
capaz de ver ese llanto
y brindar con ingentes
copas, de sangre ese acto?
La memoria es una suerte,
hoy he querido regresarlo
y decirle a quien no quiere
por cobarde recordarlo,
que en España hay Reyes
y cojones para enterrarlos.

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