martes, 21 de mayo de 2013


MES DE “LAS FLORES”

Colaboración de Mari Moreno López

Si tienes las cosas a mano no reparas en el valor que atesoran y si te faltan entonces es cuando valoras lo que significan o lo que representan para ti. Cuando te encuentras lejos de la familia, amigos y conocidos pues deseas regresar a Villargordo y entonces, ante la realidad de algo que es imposible, lo hacemos en un viaje rápido, soñando con los ojos abiertos. Cuando ya has visitado a la familia y a los amigos te resistes a que acabe el viaje y lo continúas con los momentos que el pasado te dio y que tú recuerdas con cariño. Todos los años, en este mes de mayo, el recuerdo de “Las flores a María” me hace mencionar con mucha frecuencia a quienes más se han preocupado en nuestro pueblo por resaltar el gran valor que tuvo para las personas de todos los tiempos la virgen María cuando aceptó la propuesta de ser la madre de Jesús. Todo este conjunto de realidades religiosas y de sentimientos hacia María se aglutinan en la advocación del “Amor Hermoso”.
 
En nuestro pueblo, desde muy antiguo, hubo imagen de esta advocación y durante este mes ya se le daba culto. Las personas de una cierta edad sabemos que esta imagen fue destruida durante los hechos desgraciados de nuestra guerra civil y que después de ella, cuando el culto a Dios volvió a la normalidad en nuestra parroquia, la familia de Esperanza Torres “La mediquilla (ella y sus dos hermanas), compró la imagen actual y le edificó una capilla en nuestro templo parroquial para dar cumplimiento a una promesa que dejó su madre sin cumplir al morir.  
Siempre recuerdo en estos días, de una manera especial, la figura de Esperanza porque su amor a María era una verdad reconocida por todos y ello la llevaba a hacer todo lo que fuera necesario para que el culto a la virgen siempre se ejecutara en estas fechas de una manera especial. Este amor a María que ella proclamaba era de conocimiento público pero lo que no se conoce de esta gran mujer tanto es el amor que demostraba hacia el prójimo y lo hacía cada vez que regresaba al pueblo, vivía en el cortijo. Cuando las personas que tenían necesidades se enteraban de que había vuelto Esperanza su casa se convertía en un santuario al que todos acudían para que les ayudara, ella no les defraudaba, les llenaba sus botellas de aceite y les daba otras cosillas. Cuando se marchaban entonces el problema se lo colgaban a ella porque las tinajas de aceite habían disminuido su nivel y ella, para evitar que su marido se percatara de lo que ocurría, le añadía agua y cuando se acababa el aceite el hombre siempre le decía igual:
- Esperanza, este año el aceite ha desnudado mucha agua. Date una vuelta por las tinajas y verás que es verdad.
Hubo otra persona mucho más joven que ella y mayor que yo, mi buena amiga Magdalena Martos Torres “La chocolata, que también tenía a la virgen una gran devoción y por ella siempre mantuvo una incansable colaboración con Esperanza y cuando ésta ya no pudo seguir desempeñando su labor, por razones de salud y edad, delegó esa responsabilidad en Magdalena y ésta, hasta que murió, siempre cumplió con total preocupación la responsabilidad que le encomendó su gran amiga Esperanza.
Debido a mi edad, mis recuerdos del mes de mayo a María están unidos a Magdalena y puedo afirmar lo mal que lo pasaba durante este tiempo porque ella deseaba que el párroco participara cada día en “las flores” y eso ya no ocurría ahora, en tiempos de Esperanza sí.
También tengo de este mes recuerdos de mi niñez, la maestra hacía un altar y por la tarde, antes de acabar la clase, rezábamos el “Santo Rosario”, leía los textos y cantábamos la inolvidable canción del “Venid y vamos todos”. Así acabábamos la clase.
En aquellos tiempos en todas las casas había jardín y cada tarde llevábamos nuestro ramo de flores naturales y la maestra las metía en unos tarros de cristal con agua.
Para acabar, hagan un clic en “VENID Y VAMOS TODOS”.

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