jueves, 24 de septiembre de 2020

INCONDICIONAL

 

Colaboración de José Martínez Ramírez

En el barco de mi primavera
entró la mar dentro de un volcán.
Con mil océanos de arena
unas monarcas que tenían imán.

Todo se tornó una fuerte cadena,
la prisión la guardó un rufián
y de aquella consecuencia,
bajo el fuego lacerante de Satán
aún sigo cumpliendo condena.
 
¿Qué fiscal solicitó cárcel por callar?
¿Qué juez me condenó a esta pena?
¿Acaso el corazón sin hablar
es culpable de tan larga condena?
 
No busqué bancos que atracar
ni huertos para coger berenjenas,
ni joyerías para diamantes robar,
ni aplicar a nadie mis sentencias.
 
Perdido por la vida sin causar
daños, esa sola fue mi bandera.
Hoy me estoy ahogando sin hablar   
y humillado me pudro en esta trena.

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