Colaboración de Paco Pérez
¿HALAGO O VERDAD?
DOMINGO 28 C
TEXTOS, para
meditarlos:
1ª LECTURA: 1 CRÓNICAS
15,3-4.15-16; 16,1-2
En
aquellos días, David congregó en Jerusalén a todo Israel, para subir el Arca
del Señor al lugar que le había preparado. Reunió también a los hijos de Aarón
y a los levitas.
Luego
los levitas levantaron el Arca de Dios tal como había mandado Moisés por orden
del Señor: apoyando los varales sobre sus hombros.
David
mandó a los jefes de los levitas emplazar a los cantores de sus familias con
instrumentos musicales -arpas, cítaras y platillos- para que los hiciesen
resonar, alzando la voz con júbilo.
Llevaron
el Arca de Dios y la colocaron en el centro de la tienda que David le había preparado.
Ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión de Dios.
Cuando David acabó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en nombre del Señor.
SALMO RESPONSORIAL: 26, 1.3.4.5
R/.
El Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién
temeré?
El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará
temblar? R/.
Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no
tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo. R/.
Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en
la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R/.
El me protegerá en su tienda el día el peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca. R/.
2ª LECTURA: HECHOS 1, 12-14
Entonces
se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de
Jerusalén lo que se permite caminar en
sábado. Cuando llegaron, subieron a la sala superior, donde se alojaban: Pedro
y Juan y Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de
Alfeo y Simón el Zelotes y Judas el de Santiago.
Todos
ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y María,
la madre de Jesús, y con sus hermanos.
EVANGELIO: LUCAS 11, 27-28
27. En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la
gente, una mujer de entre el gentío levantando la voz, le dijo: «Bienaventurado
el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».
28. Pero él dijo:
«Mejor, bienaventurados
los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
REFLEXIÓN:
Las
lecturas muestran, viajando al pasado, las manifestaciones de Dios a las
personas para ir encauzado el culto poco a poco.
David,
por encargo de Él, levantó una tienda y en ella mandó colocar el Arca de la
Alianza. Al acto acudió el pueblo, tuvo la pomposidad y grandeza del momento y
le ofrecieron holocaustos y sacrificios.
Concluida la ceremonia, David, en nombre del Señor, los bendijo.
Pasaron
los años y, al morir Jesús, se reunieron los once discípulos, María- su madre-,
sus hermanos y algunas mujeres… ¿Por qué?
Porque
el dolor y desconcierto que les causó su muerte los empujó a hacerlo para consolarse
y buscar las respuestas que les ayudaran a planificar el futuro como familia en
Cristo. Debemos recordar que los discípulos habían recibido de Jesús el encargó
de continuar la evangelización de la sociedad.
Es
posible que, en esos momentos y circunstancias especiales, se pusieran las
primeas piedras de la Iglesia y que lo hicieran las personas que estuvieron
siempre a su lado, convencidas de que ese era el camino… ¿Lo estamos nosotros?
Considero
que seguimos sin avanzar en nuestro compromiso cristiano a pesar de las enseñanzas
que nos dio Jesús pero sí respondemos, sintiéndonos emocionados y justificados,
cuando participamos en las prácticas multitudinarias que se nos proponen... ¿Por
qué somos así?
Porque asistiendo
no reflexionamos, no cambiamos y no nos comprometemos con el mensaje de Cristo pero,
al concluir, nos sentimos eufóricos y nos damos un suculento refrigerio por el
sacrificio que hemos hecho.
El evangelio
nos muestra uno de los comportamientos inútiles de nuestra sociedad… ¡Hacer
halagos que brotan en momentos de euforia!
¿Por
qué?
Para quedar
bien o conseguir algo y después, como no nos comprometen, los arrinconamos en el
cajón del olvido.
Hay
personas que, al recibirlos, se muestran complacidas porque creen que se los
merecen y eso los empuja a perder la
humildad, el espíritu de servicio, ganar un comportamiento equivocado y ser
diferentes.
Jesús,
con su respuesta, desmontó ese falso retrato de los bienaventurados para que nos
sirva de guía, lo hizo con pocas palabras: [… escuchar la palabra de Dios y
cumplirla.].
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