Colaboración de Paco Pérez
LA GRAN PREOCUPACIÓN DE JESÚS
Cuando
viajamos, a veces, el camino que llevamos se bifurca y entonces nos veamos
obligados a detenernos bruscamente para decidir cuál es el que debemos tomar… ¿Actuamos así en todas las situaciones que
la vida nos presenta?
Jeremías orientaba a las personas para que supieran elegir el verdadero camino, les aconsejaba que no confiaran demasiado en los hombres y, sobre todo, que no se acercaran demasiado a quienes tenían la riqueza y el poder. Lo hizo para evitar que les ocurriera como a los poderosos, que vivían demasiado agarrados a las cosas terrenales y demasiado apartados de Dios.
Para
convencerlos que necesitaban cambiar les habló así: Quienes viven rodeados por
la aridez del desierto padecen las
consecuencias extremas de ese medio y quienes
se alejan de Dios después se sienten desorientados. En el lado opuesto
están quienes tienen a Dios cerca, a
éstos les ocurre como a las plantas que viven junto a una corriente de agua, crecen
con facilidad y no temen a los periodos de sequía. Él tenía claro
que Dios facilita las cosas a
quienes se le acercan.
Pasaron
los años y la sociedad en que vivió Jesús
seguía teniendo los mismos problemas religiosos, económicos y políticos,
es decir, no sirvieron al pueblo las advertencias de Jeremías. Esta realidad nos demuestra que los tiempos y las
personas son diferentes pero los problemas que antes azotaban a la
sociedad siguen presentes entre las personas de todos los tiempos porque
nadie hace nada para ponerle remedio.
No
hemos cambiado porque no escuchamos el consejo de detenernos en las bifurcaciones
cuando tenemos que elegir pues es más cómodo continuar por la ruta del EGOÍSMO, el culpable de todo. Lo hacemos
así porque comprobamos que la acumulación de RIQUEZA da seguridad, bienestar, vida cómoda… Por
esta realidad la ruta equivocada se ha convertido en el camino habitual
y la situación creada está ocasionando que la mayoría sólo puedan hacerlo por las
que están llenas de peligros y dificultades pues, por las prácticas egoístas del
poder, son empujados hasta una situación
de POBREZA extrema, la que cada día afecta a más personas.
¿Qué legado dejarán al morir quienes
practican durante su vida el insano deporte de acumular “riqueza”?
Un
“capital” que puede ser cuantificado
pero… ¿Es medible la “pobreza” que
ocasionan con su irracional y enfermizo deseo de acumular? ¿Se
puede cuantificar el número de personas que mueren cada día por no poder comer o dormir dignamente
debido al desequilibrio que ocasionan a diario estos personajes con sus
movimientos bursátiles?
En
tiempos de Jesús los representantes
de Roma agobiaban a las personas con
sus impuestos, les ocasionaban el no poder pagarlos y tenían que vender los
campos con los que se alimentaban, se asalariaban para seguir viviendo mal,
otros pasaban a la indigencia, las viudas hacían lo que no querían para sustentar
a sus huérfanos… Por estas realidades, Él les habló de las diferencias
sociales que afectaban a las personas de su tiempo, les anunció que después
todos irían a la presencia del Padre
y que quienes aquí vivieran en la opulencia, rieran y fueran
saludados al pasar por la posición social que tenían después, cuando
viajaran al Reino, allí todo sería
diferente y se cambiarían los papeles.
¿Merece la pena luchar para que la sociedad
rectifique sus errores y todo cambie?
Creo
que sí y en Pablo encontramos la
respuesta pues nos recuerda que la resurrección de Cristo es una verdad que no debemos poner en duda porque, si lo
hacemos… ¿Qué sentido tendría nuestra lucha
por lo correcto ahora si después no encontraremos allí la respuesta correcta a
nuestro sacrificio aquí?
Les
hizo este planteamiento porque algunos dudaron de que los muertos
resucitarían y él les razonó que si eso era así entonces Cristo tampoco resucitó, los muertos
seguirían con sus pecados y la creencia que tenemos sobre lo que nos espera
después de morir, en el Reino junto
a Él, quedaría sin final feliz.
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