Colaboración de Paco Pérez
OFUSCACIÓN Y CAMBIO
La
muerte de Jesús ofuscó a los discípulos y éstos no reaccionaron bien pues, aunque
habían estado tres años junto a Él, aún no habían entendido sus
enseñanzas. Esta realidad les hizo temer por sus vidas y lo abandonaron.
Al
resucitar se presentó donde estaban escondidos y se identificó mostrándoles
sus credenciales, las heridas recibidas. Aquella evidencia les alegró el ánimo,
comprendieron la nueva realidad, recordaron las palabras y mensajes que escucharon
antes de Él y cambiaron.
Les impactó mucho que se acercara a ellos deseándoles la PAZ, que no les reprochara el haberlo abandonado durante los hechos que ocurrieron y que los hubiera perdonado. Por estos hechos comprendieron quién era, se transformaron y reaccionaron, incluso Tomás.
Les
pidió que evangelizaran porque Él, que había sido enviado por el Padre,
se lo pedía a ellos para que continuaran su labor ayudados por el Espíritu
Santo. Los discípulos aceptaron, abandonaron el encierro y salieron
a predicar que Dios había resucitado a Jesús. Lo hacían con tanta
fe que convencían a quienes escuchaban, hacían cosas prodigiosas, el número de seguidores
crecía, fundaron las primeras comunidades cristianas y en todas había una línea
común: Ser constantes, escuchar la Palabra, vivir unidos, ayudarse, acudir al Templo, celebrar la fracción
del pan en las casas, comer juntos y alabar a Dios con alegría. Al vivir así consiguieron que el pueblo los
respetara.
El comportamiento terrenal de las personas debe
mantenerse firme empujados por la fe, seguir una línea coherente para que,
cuando nos llegue el momento final, el Padre
nos acoja con su misericordia infinita.
No obstante, debemos saber que en nuestro caminar
diario recibiremos pruebas que nos harán caer si no tenemos fe.
Tomás no
estaba cuando Jesús los visitó, al
regresar le dieron la noticia y él se mostró incrédulo porque exigía ver las
heridas para comprobar que había resucitado. Otro día regresó y sí estaba, le enseñó
las heridas, le pidió que las viera y las tocara… ¡Y Dios lo perdonó!
Quienes tienen fe de verdad sí creen y
hacen cosas buenas pero, como ésta no se compra en el comercio, la mayoría nos
justificamos diciendo que sí tenemos pero la realidad es que seguimos atados a
las rancias tradiciones del lugar.
La respuesta de Jesús hizo cambiar a Tomás
y eso me enseña que, cuando estamos perdidos, necesitamos algo donde apoyarnos
para cambiar y mejorar. Él necesitó ver para creer y por
eso ensalzó Jesús a quienes “creen sin ver”.
En Semana Santa… ¿Cuántas personas acompañan
a la imagen de su devoción para llenar el depósito de la fe?
A diario… ¿Cuántas personas necesitan ir al templo parroquial
para tocar las imágenes y pedirles su ayuda?
¿Son
correctas estas prácticas cristianas?
Me parece que va siendo hora de enfocar correctamente
el mensaje de Cristo y, partiendo de
nuestra realidad actual, demos a nuestras prácticas, a la luz de la Biblia, una correcta orientación para
que todos aprendamos a “creer sin ver”.
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