Colaboración de Paco Pérez
LA ALEGRÍA DE LA VIDA
Las personas no recibimos las noticias de igual
manera, como ejemplo tenemos el anuncio que el ángel Gabriel hizo a Zacarías y María sobre su
futuro y ambos se sorprendieron, aunque por razones diferentes. A él por la avanzada
edad de su esposa y ella porque sólo estaba desposada.
Zacarías, aunque era sacerdote, no comprendió el mensaje del ángel: Dios había escuchado sus oraciones, Isabel tendría un hijo, le pondrían Juan, nacería antes de Jesús y haría una gran labor evangelizadora.
María, al no haber celebrado aún los esponsales, tampoco comprendió que iba a concebir
un hijo pues en la cultura de aquel pueblo aceptar aquella propuesta tenía un
peligro real y, además… ¿Cómo se lo explicaba a José?
Estas realidades me empujan a pensar que sólo puede
entenderse su aceptación, y la de José, porque Dios intervino premiando la FE de ambos en Él.
Zacarías vivía de ejercer su labor sacerdotal en el TEMPLO
de Jerusalén y su respuesta no estuvo a la altura de su ministerio pero María y José me enseñan que su FE fue la
consecuencia de una creencia arraigada en ellos como fruto de la enseñanza familiar que
recibieron y de una práctica
personal correcta.
En nuestros días, el nacimiento de una persona, no
tiene siempre el mismo recibimiento que en el pasado… ¡Con gran alegría!
Tenemos la prueba en la noticia reciente de la niña
abandonada en un contenedor. Lo ocurrido nos debe llevar a reflexionar sobre las
variadas circunstancias que han originado que el
nacimiento de esa hija se haya convertido, en
vez de un acontecimiento deseado y alegre, en un acto reprochable ante Dios y las
personas… ¿Por qué realizó
su madre, o la familia, esa acción?
Sólo compete a Dios juzgar lo ocurrido y a nosotros pedirle que perdone a los infanticidas y
que proteja a la niña durante su vida.
Dios siempre ayuda para favorecer el bien colectivo y no como las personas,
buscando una mejora personal. Un buen ejemplo lo encontramos en David.
Dios encumbró al pastorcillo, éste estuvo un tiempo muy ocupado solucionando los
problemas de su reino, se construyó un palacio para vivir y abandonó sus
obligaciones con Él.
Un día reflexionó sobre el hecho de vivir pomposamente
y que el Señor estuviera en una tienda de tela, esto le hizo comprender que se había equivocado,
decidió construirle un templo y se lo comunicó por mediación del profeta Natán pero recibió
como respuesta otro regalo, la consolidación de su reino con la dinastía familiar que
vendría tras él y que uno de ellos levantaría el Templo, Salomón.
Queda probado, una vez más, que las personas no
comprendemos, está en la respuesta de Dios, que lo importante no es el Templo sino que cumplamos con las obligaciones que se derivan de nuestra responsabilidad
y creencia.
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