viernes, 12 de septiembre de 2025

LA HUMILDAD SALVA

 Colaboración de Paco Pérez

LA VANIDAD DESTRUYE

DOMINGO 24 C

TEXTOS, para meditarlos:

1ª LECTURA: NÚMEROS 21, 4B-9

En aquellos días, el pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés:

- ¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto?

No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo. El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:

- Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes.

Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió:

- Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla.

Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.

SALMO RESPONSORIAL 77

R/. No olvidéis las acciones del Señor.

Escucha, pueblo mío, mi enseñanza, inclina el oído a las palabras de mi boca: Que voy a abrir mi boca a las sentencias, para que broten los enigmas del pasado. R/.

Cuando los hacía morir, lo buscaban, y madrugaban para volverse hacia Dios; se acordaban de que Dios era su roca, el Dios Altísimo su redentor. R/.

Lo adulaban con sus bocas, pero sus lenguas mentían: Su corazón no era sincero con él, ni eran fieles a su alianza. R/.

Él, en cambio, sentía lástima, perdonaba la culpa y no los destruía: Una y otra vez reprimió su cólera, y no despertaba todo su furor. R/.

 2ª LECTURA: FILIPENSES 2, 6-11

 Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame:

- ¡Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre!

EVANGELIO: JUAN 3, 13-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

REFLEXIÓN:

El pueblo, cansado de caminar y escaso de alimentos, protestó, el Señor se enfadó, les mandó serpientes venenosas y muchos murieron con su mordedura.

Arrepentidos acudieron a Moisés, reconocieron su error, le pidieron que intercediera ante el Señor por ellos y lo hizo. Él les propuso hacer una serpiente para que, al mirarla, los que hubieran sido mordidos quedaran curados. La propuesta debían entenderla como un acto de fe en el Señor y no para la serpiente.

Hoy, en los templos, hay imágenes de personas que fueron canonizadas y los fieles, con fe, les piden su ayuda pero hacerlo así… ¿Es una tradición humana o un deseo divino? ¿Las prácticas que se hacen con ellas las enseñó Jesús?

Él, desde el nacimiento hasta su muerte, nos mostró el camino del Reino con humildad… ¿Cómo?

Ayudando en la familia, en la sociedad, en lo que decía y hacía, escuchando… Él se mostraba con naturalidad y nosotros dando imagen de sobrados pero, en el momento de la verdad, Él no fallaba porque amaba a las personas, aunque conociera sus debilidades, y nosotros sí porque estamos escasos de sentimientos nobles… ¿Por qué seguimos fallando?

Porque la vanidad nos hace buscar aquello que no sirve, el reconocimiento de lo que hacemos o somos.

Su humildad quedó probada al nacer, vivir y morir pero nosotros aún no somos buenos alumnos… ¿Por qué? 

Porque Él priorizaba ayudar sin esperar nada de los demás y nosotros maestros practicando el te doy y me das.

Las personas no lo comprendieron, acabó recibiendo el trato de un delincuente y sólo Dios supo elevarlo hasta donde le correspondía para que después todas las rodillas se doblen al escuchar su nombre.

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