Colaboración de Paco Pérez
LA VANIDAD DESTRUYE
DOMINGO 24 C
TEXTOS, para
meditarlos:
1ª LECTURA: NÚMEROS 21, 4B-9
En aquellos días, el pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés:
- ¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto?
No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo. El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:
- Hemos pecado hablando
contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las
serpientes.
Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió:
- Haz una serpiente
venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos
al mirarla.
Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.
SALMO RESPONSORIAL 77
R/. No olvidéis las acciones del Señor.
Escucha, pueblo mío, mi enseñanza, inclina el oído a las palabras de mi boca: Que voy a abrir mi boca a las sentencias, para que broten los enigmas del pasado. R/.
Cuando los hacía morir, lo buscaban, y madrugaban para volverse hacia Dios; se acordaban de que Dios era su roca, el Dios Altísimo su redentor. R/.
Lo
adulaban con sus bocas, pero sus lenguas mentían: Su corazón no era sincero con
él, ni eran fieles a su alianza. R/.
Él,
en cambio, sentía lástima, perdonaba la culpa y no los destruía: Una y otra vez
reprimió su cólera, y no despertaba todo su furor. R/.
Y así, actuando como un
hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte
de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame:
- ¡Jesucristo es Señor,
para gloria de Dios Padre!
EVANGELIO: JUAN 3, 13-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Tanto amó Dios al mundo
que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él,
sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar
al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
REFLEXIÓN:
El
pueblo, cansado de caminar y escaso de alimentos, protestó, el Señor se enfadó,
les mandó serpientes venenosas y muchos murieron con su mordedura.
Arrepentidos
acudieron a Moisés, reconocieron su error, le pidieron que intercediera ante el
Señor por ellos y lo hizo. Él les propuso hacer una serpiente para que, al
mirarla, los que hubieran sido mordidos quedaran curados. La
propuesta debían entenderla como un acto de fe en el Señor y no para la
serpiente.
Hoy, en
los templos, hay imágenes de personas que fueron canonizadas y los fieles, con
fe, les piden su ayuda pero hacerlo así… ¿Es una tradición humana o un deseo divino?
¿Las prácticas que se hacen con ellas las enseñó Jesús?
Él,
desde el nacimiento hasta su muerte, nos mostró el camino del Reino con humildad…
¿Cómo?
Ayudando
en la familia, en la sociedad, en lo que decía y hacía, escuchando… Él se
mostraba con naturalidad y nosotros dando imagen de sobrados pero, en el
momento de la verdad, Él no fallaba porque amaba a las personas, aunque
conociera sus debilidades, y nosotros sí porque estamos escasos de sentimientos
nobles… ¿Por qué seguimos fallando?
Porque
la vanidad nos hace buscar aquello que no sirve, el reconocimiento de lo que hacemos
o somos.
Su
humildad quedó probada al nacer, vivir y morir pero nosotros aún no somos
buenos alumnos… ¿Por qué?
Porque
Él priorizaba ayudar sin esperar nada de los demás y nosotros maestros practicando
el te doy y me das.
Las
personas no lo comprendieron, acabó recibiendo el trato de un delincuente y
sólo Dios supo elevarlo hasta donde le correspondía para que después todas las
rodillas se doblen al escuchar su nombre.
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