“El Paseo 3”
Con el paso de los años alojaría en ella dos negocios de hostelería: El restaurante “Tropezón” y la cafetería de “Pancho”, hoy pub. Al frente de él está Sebastián Castellano Molina, nieto de Blas Castellano López, el fundador de la dinastía “Pancho”, ya fallecido.
Hace unos días, tuve una conversación fortuita en la churrería “Luchy” con Tomás Lendínez García y Tomás Jiménez García, familiares del difunto “Boticario”, y, de manera natural, ambos coincidieron en que este Sr. no era boticario. Es verdad que aprobó algunas asignaturas de “Farmacia” pero no acabó la carrera. Montó el negocio de la farmacia y puso al frente de ella a un señor de Andujar, hermano de Carmencita, la señora que vivió en casa de Mª Gracia y Benigno Agudo. Este señor sí estaba titulado y así fue como la pudo poner en marcha. Unos años después el negocio se fue al traste porque el trabajador le reclamó un aumento de sueldo y, al no concedérselo, se marchó y la tuvo que cerrar.
La dinastía continuó con Paco, Irene y Consuelo. Él alcanzó la popularidad por el hecho de regentar el “Cine Godoy”. Era de estatura aventajada y grueso. Su vientre voluminoso no era fruto de la casualidad.
Los que éramos niños en aquella época todavía lo recordamos regresando a casa después de comprar en la carnicería de Concha Ortiz, actualmente frutería “El jaenero”, con su habitual compra de chuletas de cordero envueltas en papel de estraza y transportadas en una de sus manos.
En la parte trasera de la casa había un corralón y en él ubicó el inolvidable cine de verano.
Esos villargordeños están debajo de la cabina del operador.
El solar tenía forma de trapecio isósceles; albergaba en el espacio de la base mayor la pantalla y una zona de sillas de enea y junto a la base menor, ubicada al Oeste, instaló la cabina del operador y una escalinata apodada “El gallinero”. En esta zona el rey era el popular Arturo López y los niños lo aclamábamos cuando subía los escalones que lo llevarían hasta la máquina, lo hacíamos de alegría porque era la señal de que empezaba la función de manera inminente… ¡Qué tiempos aquellos!
Una noche se proyectó la película: “Los ladrones somos gente honrada”.
Al amanecer doblaron las campanas a muerto y lo hicieron por Paco “El boticario”. Unas horas después alguien pronunció esta ingeniosa y lapidaria frase: “Los ladrones se llevaron a Paco”.
Con él los niños perdimos al bondadoso hombre que hacía la vista gorda, muchas veces, a quienes no podían pagarse la entrada. Este hecho luctuoso también originó el cierre del cine.
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