Colaboración de Paco Pérez
EL MÉTODO DE JESÚS PARA ENSEÑAR
Las
personas, para Dios, siempre estamos en el centro de la Creación
pero nos empeñamos en no ver cómo nos ayuda en cada momento de la historia.
En
el año 588 a.C., aproximadamente, Ezequiel comunicó al pueblo de Israel
que estaba cautivo en Babilonia que las noticias que les habían
llegado llenas de esperanza sobre la posible alianza del rey Sedecías,
rey de Judá, con Egipto eran falsas porque no era el rey legítimo
del pueblo elegido, no habría alianza entre ambos y de Egipto no les vendría
la salvación.
El
profeta no los engañó porque la vuelta a Israel se realizó en el 537
a.C. cuando el rey de Persia, Ciro el Grande, destruyó el imperio
babilonio y los cautivos regresaron 51 años después de haberles
transmitido en aquel oráculo de esperanza que la liberación les vendría de la
dinastía de David, en referencia clara a Jesús pero la que Él
les ofrecería sería una liberación de la esclavitud del pecado y no
de la esclavitud del dolor físico que ellos padecían por la ausencia de
libertad que tanto añoraban recuperar para regresar a Israel. Para
corroborar la verdad de sus palabras el profeta les habló de la soberanía del Señor,
el que tiene poder para hacer y deshacer en todo porque nada le es imposible.
Con
las “parábolas” Jesús conseguía que sus enseñanzas fueran entendidas por quienes lo
escuchaban. En esta ocasión empleó en sus comparaciones dos ejemplos del mundo
agrícola y con ellas les enseñó qué debían hacer para caminar con acierto en su
etapa terrenal. Les recordó lo que hacían al sembrar y los procesos
ocultos e invisibles que después ocurrían en las semillas de manera natural
y sin que la mano del hombre interviniera. Al hacerlo les comparó la palabra con la semilla al decirles que ésta debía ser depositada en las personas,
como la semilla en la tierra; después había que esperar un tiempo para que pudiera desarrollarse la espiritualidad en
las personas y después confiar en
que más adelante diera buenos frutos, las obras.
El
sembrado de las semillas necesita espera y cuidados pero los cristianos-católicos
tenemos un grave problema, no nos fijamos en los ejemplos que nos dejó Jesús para guiarnos en nuestro caminar
terrenal y de ahí que las prisas sean el motor impulsor de la labor
eclesial. No respetamos los pasos del proceso lógico después de ser divulgada
la palabra y, como no tenemos espera, los frutos no son después los adecuados…
¿Nace la nueva planta con robustez cuando
sembramos sin respetar lo que favorece su desarrollo?
Por
estas realidades me he preguntado muchas veces… ¿Seguimos el ejemplo que nos dio Jesús sobre la edad adecuada para que
las personas reciban el Bautismo?
Considero
que primero deberíamos llegar al conocimiento de Jesús mediante la lectura de la Biblia y después, con el paso de los años, si esta siembra se ha
hecho bien y da buenos frutos pues lo lógico es que con la madurez la persona
pida, de manera voluntaria, entrar a formar parte de la comunidad cristiana.
Después
apareció Pablo en su acción misionera predicando con fuerza como fruto
de su transformación pues era consciente de la vida poco recomendable que llevó
en el pasado y de la lucha que cada día libraba con el mal para no retroceder,
partiendo de ahí alzó la voz para decirles que si las personas tenemos esa
lucha es porque vivimos a diario dentro de unos cuerpos que están esclavizados
mientras caminan sin sentido aquí pero que debemos seguir haciéndolo así empujados
por la confianza que nos da saber que el Señor nos acogerá. Esto nos
ocurre si la fe que tenemos nos empuja a seguir levantándonos cada vez que
caemos porque sabemos que la verdadera liberación sólo está junto a Él
pero antes deberemos hacer cosas buenas porque más adelante iremos a su
presencia y entonces valorará lo que hemos hecho aquí.
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