Colaboración de Manuel Sánchez
García
Entre sus manos amarillas y carcomidas
descansaba
entreabierto un libro de agricultura.
Sus
viejas venas palpitaban agradecidas
por aquel bucólico libro de tan altura.
Mas
un gracioso y donairoso aire inadvertido
apagó
la luz de unos breves y antiguos versos.
Con
ellos el destiempo rítmico de un latido
consumido por la vida y sus juegos adversos.
Las estrofas romanas y arcaicas de Virgilio
se
derramaban entre el verde aquel de los pinos,
mas
la tierra se abonaba de un bendito idilio.
Aquellos
versos florecieron y alegres niños
recolectaron
romances de amor y de auxilio
bajo
un verde campo de frutos y de cariño.
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