Colaboración de Paco Pérez
SER HOSPITALARIOS
La
comunicación entre Dios y las personas siempre existió, lo que ha
cambiado con los años ha sido la forma de proclamar su Palabra y nuestras
respuestas.
Abraham fue un hombre
cargado de fe que siempre escuchó al Señor.
Su creencia quedó probada cuando tres personas visitaron su casa, él salió a su
encuentro, les dio la bienvenida y les ofreció su hospitalidad.
Mientras comían Abraham estuvo pendiente de todo y ellos comprobaron lo hospitalario y bondadoso que era. Al acabar le preguntaron por su esposa y le anunciaron que tendría un hijo. Con esta acción final se nos enseña que el Señor da respuesta a quienes se comportan de manera correcta con el prójimo.
Pasaron
los años y en esta ocasión Jesús
visitó en Betania la casa de unos
amigos, las hermanas Marta y María. En aquellos tiempos no estaba bien visto
que las mujeres acogieran en su casa a los hombres, éstas no escucharon
esa tradición humana que sólo ocasionaba prejuicios sin sentido… ¡Hicieron lo
que nos pide el Señor que hagamos, ser hospitalarios!
Marta se desvivió para que Jesús se sintiera cómodo pero al hacerlo así se agobió porque María no le ayudaba
al estar dando prioridad a permanecer junto a Jesús escuchando sus enseñanzas. Ella, cansada de servirlos, se acercó y les comunicó su enfado. Lucas 41-42: [Pero
el Señor le contestó: Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas;
solo una es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y no se la quitarán.].
Lo que hicieron las hermanas fue: ESCUCHAR la PALABRA de Dios -María-, y ATENDER al PRÓJIMO en sus necesidades –Marta-.
Partiendo de estas dos posturas el Señor comunicó a Marta, y a las personas
de todos los tiempos, que todo es importante pero también lo es el actuar
sabiendo reconocer qué es lo
prioritario y qué no.
Muchos cristianos, no damos importancia al hecho de no haber leído la Biblia y esa
realidad hace que no valoremos, como María, la importancia que tiene la “Escucha
de la Palabra” y que ahí esté la causa de no seguir el ejemplo de
Marta, ser hospitalarios.
Después de Jesús
la evangelización continuó, se formaron
comunidades, surgieron problemas y Pablo, preocupado por los que había en la de
Colosas, escribió a sus miembros para ayudarles a recuperar
la normalidad. Les comunicó su comprensión y sufrimiento por ellos, como
ministro que era de la Iglesia, pero les recordó que todos debían remar en la misma dirección si querían
poner en práctica el misterio que tanto tiempo había guardado Dios y revelado a
los hombres por mediación de Jesús.
Ahora, ellos eran quienes tenían que valorar esa
realidad y después decidir si deseaban cooperar con la Iglesia en su labor divulgadora,
actuando con ejemplaridad y llenos de esperanza, pero sin olvidar que si Jesús, cabeza
visible de ella, sufrió ahora correspondía sufrir a sus miembros.
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