Colaboración de Paco Pérez
¿QUÉ HACER PARA ALCANZARLA?
Isaías anunció la salida
en misión para visitar lugares lejanos con la finalidad de que conocieran
la grandeza del Señor y todos, unidos por la misma creencia, viajaran a Jerusalén
para darle culto.
Siempre
preocupó a las personas su salvación y de ahí la pregunta que un hombre
le hizo a Jesús:
[- Señor, ¿serán pocos los
que se salven?
Jesús les dijo:
- Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán…].
El
mensaje que le dio sobre el comportamiento que debían tener estaba ligado al
paso por la puerta estrecha porque la visión que percibían estaba enturbiada y no
podían ver con claridad la propuesta de SALVACIÓN que Jesús les
hacía, su respuesta servía para las personas de todos los tiempos.
Los
ejemplos que les ponía pretendían facilitar la comprensión de sus mensajes. Les
habló de puerta estrecha porque en aquellos tiempos las ciudades estaban
amuralladas y para entrar o salir había que hacerlo por una puerta grande
muy pesada y al lado también había una puerta estrecha. Al atardecer
se echaban los cerrojos y quienes no habían respetado el horario señalado para
el cierre tenían que quedarse fuera o gestionar la entrada por la puerta
estrecha.
En
este ejemplo Jesús comunicó que las puertas del Reino están
abiertas para todos pero durante nuestra vida deberemos hacer bien los deberes y
no dejarlos abandonados pues nos puede sorprender la hora de entrar alejados y
el poderlo hacer por la puerta estrecha no lo tendremos garantizado.
Los
judíos creían que, por el hecho de serlo, tenían garantizada la SALVACIÓN
y los demás no pero Jesús les comunicó que también lo pueden
conseguir quienes comprendan a tiempo que para lograrla deberán liberar la
mente y romper con las ataduras que los esclavizan y privan de
libertad: La mentira, el poder, la comodidad, el afán de acumular, el mirar
hacia otro lado cuando no nos afectan los problemas…
Hay
quienes entienden que la salvación es universal pero Jesús les propuso
elegir entre la puerta ancha o la estrecha para entrar, nosotros
seguimos sin escucharlo y eso hace que nos compliquemos la salvación con
una religiosidad que se guía por las tradiciones y se olvida de practicar el “amor al prójimo”. Lo que es sencillo lo
apartamos, así nos alejamos de lo verdadero y entonces abrazamos
lo que Dios no quiere que hagamos. Un
ejemplo lo tenemos en las personas que lloran cuando llueve porque su imagen no
puede salir del templo en procesión pero al regresar a casa no se preocupan de ayudar
a quienes están mojados porque viven en la calle y no pueden comer.
La
acción liberadora empezaremos a practicarla mientras caminamos por el Reino
terrenal, siempre lo haremos en colectivo y nunca desde el individualismo…
¿Por qué?
Porque Jesús enseñaba
que lo más importante para entrar en el Reino es el esfuerzo que cada persona haga por ayudar a los demás y así
evitaremos que la única entrada válida sea la puerta estrecha porque no
se sabe cuántos entrarán. También dejó claro que nadie debe creerse salvado
pues dijo: [Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán
últimos.].
Luego, siempre
estamos en tiempo hábil para rectificar y así no se nos cerrarán las puertas.
Pablo estableció una
comparativa entre las recomendaciones correctoras que vienen de Dios
y las que nos hacen los padres. Éstas siempre buscan enderezar el rumbo
de quienes caminan desviados y, aunque nunca son bien recibidas por los
hijos, está demostrado que con el paso de los años éstos reflexionan y se convierten
en personas fuertes y rectas, es decir, preparadas para poder caminar solas.
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