Colaboración de Paco Pérez
CREER Y CONFIAR EN DIOS
Los cristianos manifestamos con naturalidad que
tenemos “FE” pero creo que lo hacemos sin profundizar mucho en lo que afirmamos pues
quienes la tienen realmente no lo airean sino que trabajan impulsados por ella para que el mundo cambie, lo que
hacía Jesús. Cuando actuamos mal es porque tenemos una cantidad insignificante de ella
o ninguna y Jesús, conocedor de ello, intentó ayudar a quienes aún no habían comprendido la
realidad del Reino, los apóstoles y las personas de todos los tiempos. Por eso debemos preguntarnos… ¿Quiénes tienen fe?
Las personas que creen y confían en Dios siempre.
Los apóstoles, aunque estaban a diario junto a Jesús, tardaron en comprender qué era la fe, titubeaban al intentar resolver los problemas ajenos porque les faltaba la confianza plena en Dios y se sentían fracasados. Al comprender el origen de su problema, buscaron la ayuda de Jesús y la petición que le hicieron se nos muestra en Lucas 17, 5:
[En
aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor:
- Auméntanos la fe.].
Jesús les mostró el camino con el ejemplo que encontramos en Lucas 17, 6:
[Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: Arráncate de raíz y plántate en el mar. Y os obedecería.].
Nosotros… ¿Tenemos
fe o estamos también confundidos?
Antes
de dar una respuesta deberíamos comenzar por meditar cómo abordamos la
resolución de los problemas que, a diario, se nos presentan en el entorno familiar
y social.
La
parábola nos muestra la relación laboral que en tiempos de Jesús
había entre el trabajador y el propietario, el comportamiento
incorrecto que tenían los empleadores con los jornaleros. Con este
modelo se nos muestra la situación injusta que les imponía la tradición
y el desconocimiento que tenían de Dios, ambas realidades
propiciaban ese modelo de relaciones sociales. Partiendo de esos hechos sería
un error pensar que Jesús nos indica con ella que las relaciones del
cristiano con Dios deben seguir el esquema del siervo que sólo tiene
obligaciones y estar dispuesto a cualquier hora para el servicio,
mientras que el señor sólo tiene derechos y ninguna obligación.
La
realidad es distinta pues Dios es misericordioso y deberemos
pensar que nuestras relaciones deben consistir en caminar siendo
responsables, confiar plenamente en Él y no exigirle que nos
premie por nuestro buen comportamiento.
El
profeta habla al Señor de los problemas que están sufriendo las personas
de Israel por la invasión caldea, le comunica el dolor que les está
causando y le pide su ayuda. El Señor les recomienda no desesperar pues llegaría
el día en el que su petición sería atendida, la justicia triunfaría y los
causantes de esos males recibirían su merecido.
Pablo anima a los cristianos
a emprender el camino de la evangelización sin miedo, siguiendo el
ejemplo que él les dio y a permanecer en la lucha empujados por la fe en
Jesús y el Espíritu Santo.
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