Colaboración de Paco Pérez
PARA CAMINAR
RECTOS
Percibimos a diario el deterioro creciente de las relaciones nacionales e internacionales y que generan unas consecuencias que todos sufrimos, sobre todo, los más débiles. Estas evidencias ocurren pero Dios nunca las ocasiona -aunque haya opiniones contrarias- porque desea que seamos libres y que vivamos felices y en paz pues el tiempo nos enseña que cuando se recorta la LIBERTAD, o se pierde, la actuación humana genera lo contrario: Injusticia, opresión, infelicidad, sufrimiento… Él siempre impulsa la corrección de los problemas, lo comprobamos en Sofonías, él nos ayuda a mirar en el pasado bíblico y así comprobamos qué ocurrió en Judá con Manasés. Sus decisiones ocasionaron la decadencia moral y espiritual del pueblo, se implantó la opresión, reinó el caos y el rey fue encarcelado por el invasor. Allí meditó, se arrepintió, pidió perdón al Señor, se lo concedió y de nuevo gobernó en Judea. Lo ocurrido a este rey demuestra que si las personas respetan las leyes de Dios son felices y si las incumplen sufren las consecuencias de sus actos, que el Señor nos perdona si hay arrepentimiento sincero y que nunca nos da la espalda.
Con
diferentes formatos Dios continuó manifestándose para guiarnos. En el Sinaí
entregó a Moisés los Mandamientos para que supieran qué hacer
y qué no. Pasaron los años, vino Jesús y el plan del Señor para las
personas siguió su curso.
Jesús, como hombre, se
educó en una familia que cumplían los preceptos del judaísmo pero Él
enseñaba de manera sencilla y práctica la no violencia, ayudar al
necesitado y respetar a todos y todo. Un día, acompañado de los discípulos,
subió al monte y les habló de las “Bienaventuranzas”. No lo hizo para darles
un conjunto de normas sino para comunicarles el deseo de Dios
e invitarlos a vivir de manera diferente en comunidad. Lo harían
no acumulando sino compartiendo lo material, el sufrimiento, las
alegrías, las injusticias… Luchando para cambiar el sistema mediante
un comportamiento positivo ante los acontecimientos que la vida
nos presenta, es decir, siendo misericordiosos y de corazón limpio,
actuando sin engaños, defendiendo la paz… Advirtiéndoles
que ser fieles al Señor puede regalar incomprensión, persecución y
pérdida de la vida pero también les habló del premio que recibirían quienes se
mantuvieran firmes en la defensa de su mensaje pues el Reino de Dios
estaba próximo.
Estos
planteamientos, como es lógico, sólo podrán cumplirse si comprendemos que necesitamos
empezar por el arrepentimiento de lo que hemos hecho mal, cambiar
y pasar a la fase práctica. Han pasado dos milenios… ¿Hemos
completado la parte humana del Plan de Dios?
Pablo nos habla de la
humildad, la debilidad de Dios… ¿Por qué?
Porque
opinaba que el triunfo de sus planteamientos no depende del nivel intelectual
de las personas que trabajan para completar su Plan sino que es
suficiente con personas normales que lo hagan convencidos, con ganas de ayudar
y buena voluntad.
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