Colaboración de Paco Pérez
LAS ASIGNATURAS PENDIENTES DEL CRISTIANO
Moisés recibió de Dios el encargo de no odiar a sus enemigos sino de ayudarles y él lo enseñó pero las invasiones territoriales, culturales y religiosa que sufrieron los empujó
a defender sus identidades tradicionales y a odiar a los invasores. Pasaron los años, esas prácticas
tradicionales no cesaron y, cuando vino Jesús, les predicó como
Moisés pero sus consejos causaron un impacto tremendo en la familia, la
sociedad, la religión, los poderes… ¿Por qué?
Porque les habló de “amar y perdonar” a todos, incluso a los enemigos, una forma tan particular que les rompió los planteamientos tradicionales que sustentaban la supervivencia de sus grupos sociales pues esos nuevos argumentos eran contrarios a los que practicaban.
El
comportamiento humano de aquel tiempo seguía los principios de los
mayores pero Él los rechazó y les habló de hacer cosas diferentes.
Antes,
quienes recibían una acción violenta buscaban el momento de vengarse
aplicando la ley, “ojo por ojo y diente por diente”, Jesús les
enseñó lo contrario: Amar, perdonar y ayudar en sus necesidades
a todos, incluso a quienes les hicieran daño.
Quienes
manejaban el poder, igual que ahora, oprimían a los empobrecidos con
obligaciones insoportables pero la sociedad, acostumbrada a ese formato, se
escandalizaba cuando escuchaba sus novedosas propuestas.
Han
pasado muchos años pero el caos social sigue vigente y sólo han cambiado quienes
lo causan y las formas de hacerlo. Hoy también es complicado tener
vivienda pues no ayudan quienes deben hacerlo y, si lo hacen, imponen unas
condiciones que causan la indigencia cuando, por razones ajenas a las
personas, tienen contratiempos que los llevan al impago y al desahucio.
Jesús les proponía lo contrario, ayudar al necesitado sin
usura… ¿Se hace?
Entonces
establecieron una “ley de acompañamiento” para orientar a los soldados romanos
cuando no supieran dónde se encontraba su punto de destino o ayudarles a
transportar algo. La población no quería cumplirla o se limitaban a lo
legislado, durante una milla. Jesús les aconsejó que fueran generosos
pues si en vez de una lo hacían en dos quienes incumplirían las leyes serían
los romanos y no ellos.
Hoy,
atender a los mayores también está legislado, y nos beneficiamos, pero…
¿Atendemos a los familiares mayores como Jesús desea?
Los niños aprenden con facilidad en los juegos de otros y quienes no lo hacen así sufren las consecuencias pues la imitación de otros
comportamientos es un método que facilita el aprendizaje sin esfuerzo. Pensemos que Jesús “decía y hacía”, su método, pero nosotros
lo imitamos tan poco que, dos mil años después, todavía no hemos aprendido el camino
para viajar por el Reino amando y encontrarnos en el futuro con Él… ¿Lo lograremos con el traje a
medida que nos hemos hecho cada uno para cumplir con el prójimo?
Pablo nos enseñó que Dios siempre está con nosotros porque para Él somos lo más importante. Por esa verdad, debemos corresponderle no
olvidando que seremos humildes si aceptamos que nuestras cualidades las
recibimos al nacer y que éstas nunca nos colocarán por encima de Él, seremos
responsables si conocemos bien cuales son nuestras limitaciones y si no
deseamos elevarnos más de lo que nos corresponde.
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