Colaboración de Paco Pérez
¿LOS
TRABAJAMOS BIEN?
Hoy
tenemos progreso y avances científicos pero sabemos que no tenemos solucionados nuestros problemas
y por eso me pregunto… ¿Han servido para
repartir con justicia el pastel económico o estamos como siempre?
Nada cambió pues quienes aspiran a gobernar prometen cosas imposibles y, cuando están arriba, se olvidan de sus promesas y los pobres aún no son tratados con dignidad y justicia. Como fruto de esas prácticas la desigualdad social se incrementa año tras año y por ella… ¡Unos son más ricos y otros no pueden comer un cacho de pan!
El
progreso debería servir para instaurar
el “estado del bienestar”, favorecer
la igualdad y combatir la injusticia.
Para que esto ocurra, cuando nacemos, Dios
nos regala unos dones que nos ayudarán a trabajar con honradez y esfuerzo.
Quienes lo hacen así, cuando estén en su presencia le presentarán su gestión y Él
valorará lo que hicieron. Otros se visten de miedo y no comprenden cómo deben gestionarlos,
optan por guardarlos en un lugar seguro y, cuando regrese, devolvérselos intactos.
Comportarnos así sería un error porque nos olvidaríamos de lo esencial… ¡Dios
desea que los pongamos a trabajar con responsabilidad!
Quienes
responden mal es porque el temor a fracasar les hace valorar en exceso que ser
buenas personas es suficiente para que Dios los acoja y que luchar para que
las injusticias dejen de hacer daño a los débiles no es responsabilidad
de ellos sino de los gobernantes.
En
los Proverbios se valora mucho a las
personas responsables que ponen a trabajar los dones, resalta el papel
silencioso de la mujer en el desarrollo del plan de Dios y lo hace mostrando en un listado las buenas cualidades que éstas
deben tener para que sirvan de orientación a quienes deciden elegir esposa. Las
valora porque considera que aquellas que las posean tienen muchas posibilidades
de ser unas buenas esposas pues, al sentirse realizadas, trabajarán sin
imposiciones al sentirse valoradas y queridas por sus esposos y familiares.
Como
ciudadanas responsables, y empujadas por su bondad, mantendrán buenas
relaciones en el vecindario y ayudarán a las personas en sus necesidades.
Jesús conocía las realidades de sus gentes y
les predicaba intentando romper las
barreras que entorpecían la convivencia, no aceptaban que las personas se
enriquecieran pronto y con malas artes, pues si unos suben es porque otros bajan.
Guiados
por lo material podríamos preguntarnos…
¿Castigó Dios al miedoso y premió a quienes pusieron a trabajar el dinero?
Hoy
se nos
enseña que acumular buenas prácticas es premiado en el Reino y no hacerlo es castigado.
El
camino correcto es ser responsables
en el desempeño de nuestro trabajo, en la familia, en el ámbito social… Los
incorrectos son egoístas y trabajan con la intención única de acumular innecesariamente
lo que ocasiona desnivel y pobreza.
Pablo nos recuerda lo
que Dios espera de nosotros y que no debemos olvidarlo pues quienes lo
hacen abandonan sus obligaciones con Él y que, en su momento, vendrá para
pedirnos cuentas sobre la gestión del capital que cada uno recibimos.
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