Colaboración de Paco Pérez
VIGILANCIA Y ESPERANZA
El
Adviento nos anima a que prepararemos
el encuentro con Jesús… ¿Tenemos un plan?
Cuando
nos anuncian que van a visitarnos en casa, antes, hacemos el esfuerzo de limpiarla y ordenarla con la esperanza y
la ilusión de agradar a nuestros
visitantes.
En
esta ocasión será Jesús quien
entrará en nuestro hogar y deberemos preparar
con ilusión su venida, lo haremos ordenando
nuestras vidas mientras caminamos en
el presente guiados por la objetividad para que ella nos ayude a mirar hasta el pasado con el fin de encontrar la experiencia que nos empuje a corregir
los errores y una vez cargados de esperanza
e ilusión podamos construirnos
un futuro ausente de ellos.
Si
trabajamos buscando lo esencial entonces renovaremos
nuestra conducta, evitaremos
desperdiciar la vida en actos inútiles y el bien triunfará.
El
mejor ejemplo de renovación nos lo
regala el águila cuando, a los
cuarenta años, tiene que decidir entre desprenderse
de sus pesadas plumas, del pico demasiado encorvado y de las uñas frágiles que le impiden poder
seguir cazando para comer o no hacerlo y morir. Aquellas que lo hacen
sobreviven y prolongan su vida hasta los setenta años.
Las
personas, si queremos crecer como cristianos, también deberemos despojarnos a tiempo de nuestros cumplimientos religiosos inútiles, esos
que están sustentados en actos
tradicionales, y entonces abrazaremos al camino que nos diseñó Jesús.
Para
lograrlo corregiremos la negativa influencia que ejerce en nosotros la realidad
de nuestros tiempos… ¡Vivir inmersos en una sociedad materialista que nos empuja a consumir
por placer y no por necesidad, siendo el comercio
egoísta quien nos sirve la tentación
de comprar por comprar!
Las
relaciones sociales funcionan guiadas
por la filosofía empresarial, si no
obtengo beneficios de las personas me alejo de ellas, rompo las relaciones y me
apego a quienes puedan darme algo, así es como dejamos arrinconado el sentimentalismo y el tiempo de convivencia con los amigos de siempre o con la familia.
Para
salir de esta situación deberemos agarrarnos a la esperanza de que todo mejorará si apostamos por cambiar el modelo educativo actual en la familia
y en la sociedad. Para ello valoraremos a las personas por lo que
son y les ayudaremos sin buscar nada
a cambio; defenderemos siempre la verdad guiados por un espíritu crítico, pero objetivo, que impida al mundo exterior
manipularnos y educar a los hijos en el sacrificio,
mediante la renuncia razonada a los caprichos.
Mirando al
pasado
nos encontramos con el texto de Isaías
y en él nos expone con dolor el hecho histórico del retorno del pueblo de Israel desde el cautiverio pues sabía
que después había que reconstruirlo
todo, por eso lamentó que el origen del
mal que causó la deportación hubiera estado en el Templo y en la monarquía
pues sabía bien que la tarea que les esperaba después era dura por conocer el
pensamiento de quienes regresaban, por eso proclamó
que el Señor era el único Dios, el creador de todo el universo, reconoció así su grandeza y poder pero
también se lamentó de que tenía abandonado al pueblo de Israel y, a pesar de todo, siguió confiando en Él y le pidió que actuara poniendo a cada uno donde le correspondiera.
Pablo recordó a los corintios que él siempre los tenía
presentes en sus oraciones y que Dios les
regaló unos dones que ellos debían poner a trabajar para que quienes los
recibieron, cuando venga de nuevo Jesús,
les presentaran algo positivo y Él
se lo recompensara.
¿Por qué les escribió esta carta?
Porque
las primeras comunidades cristianas, y él también, esperaban la segunda venida
de Jesús de manera inminente y por eso los animaba a estar con los deberes
hechos.
En
el evangelio, el Señor se muestra
confiado con sus empleados y los deja al cuidado de su hacienda durante su
ausencia y, por esa razón, ellos deberán portarse bien. Partiendo de este
sencillo ejemplo se nos recomienda ser fieles
y perseverantes en el
cumplimiento del deber y estar siempre
vigilantes para poder cumplir con las obligaciones que tenemos con los
demás y así, cuando nos llegue el final de los tiempos, seamos acogidos en su Reino.
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