Colaboración de Paco Pérez
SÓLO NOS PREOCUPAMOS DE NUESTROS PROBLEMAS
Esta realidad queda plasmada en la escena que se
desarrollaba cada día en el domicilio del hombre rico, aquel que cada día comía con opulencia mientras Lázaro vivía en la
calle, estaba enfermo y no podía comer.
Jesús les propuso la parábola para mostrarles con crudeza el tema recurrente de la vida, las personas que derrochan sin preocuparles que otras no pueden comer… ¿Por qué se daban, y dan, estas desigualdades sociales?
En el pasado quienes tenían enfermedades o estaban
tullidos eran rechazados por el sistema
político-religioso pues los consideraban impuros, Lázaro lo fue por
tener una enfermedad en la piel y por esa razón no era contratado para
trabajar, no recibía dinero, no podía comprar comida y la única opción que
tenía para no morirse era esperar que otros le dieran alguna limosna, esta
necesidad le hacía acudir cada día, para poder comer, a recoger lo que tiraban quienes
vivían en la abundancia.
En la vida todo llega, todo pasa y cuando acabamos
nuestro ciclo terrenal nos presentamos ante Dios y entonces Él nos ubica según nos corresponde después de valorar las
obras que aquí hicimos con las personas.
Pasan los años y esta parábola de
Jesús, a veces, no es interpretada correctamente cuando se presenta a Dios
como no es, ausente de misericordia, y lo hacen así quienes interpretan
que Dios no acepta que Lázaro dé una gota de agua al rico que se
quema en el infierno castigado por no haber escuchado a quienes le predicaron
el camino del Reino.
Lo que Jesús quería enseñarnos es
que en el Reino de Dios no tienen cabida quienes pasan de largo ante la
miseria de sus hermanos y sólo tendrán un sitio junto a Dios los que
comparten su pan con los hambrientos.
Amós les recordaba las costumbres inútiles que siempre cumplían en los actos sociales y en los lugares de culto pero se olvidaban de ayudar a quienes se les acercaban con necesidades.
Timoteo fue un fiel colaborador de Pablo pero dejó de acompañarlo en sus viajes y se quedó al frente de la
comunidad de Éfeso. Por esa razón el apóstol le escribía y le recordaba en sus cartas las
normas y principios que Dios quiere que respetemos mientras estemos aquí.
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