Colaboración de Paco Pérez
CONFIAR, EL
CAMINO. DUDAR, NOS PUEDE PERDER
Isaías, estando cautivos en Babilonia, les comunicó que la liberación estaba
próxima porque vendría un guerrero fuerte, les pidió que estuvieran preparados y que no perdieran la esperanza pues ese día todos tendrían
que levantarse para caminar con la cabeza erguida y la ayuda de los demás.
El
día anunciado llegó, Ciro derrotó a los babilonios, liberó a los judíos y les permitió retornar a su tierra.
Para
Isaías ese hombre fue el brazo
ejecutar y Dios el verdadero libertador.
Pasaron los años y también se cumplió el anuncio de la venida del Mesías, el que liberaría al pueblo de Dios.
Estando
Juan bautizando se le acercó Jesús, lo recibió y él
lo reconoció, se marchó y comenzó su labor evangelizadora sin
dejar de “decir y hacer”. Como no estaban acostumbrados al comportamiento
de Jesús lo que hacía trascendió mucho, la noticia le llegó a Juan
cuando estaba en prisión, dudó y le mandó un mensajero para que le
preguntara si era el Mesías anunciado por los profetas y esperado por el
pueblo.
La
respuesta de Jesús aún está vigente y enseña a las personas el camino
del comportamiento: No debemos ufanarnos de las cosas buenas que hacemos a otras
personas pues lo importante es ayudar, guardar silencio y esperar que sean nuestras acciones las que nos defiendan ante
Dios y la sociedad. Si alguna vez nos
acusan de alguna falsedad no debemos defendernos dando explicaciones pues, como
ya fuimos juzgados y condenados, nuestra versión de los hechos no será aceptada…
¿Por
qué?
Porque
no olvidamos, no perdonamos y sí pedimos que nos den un sí, un no
o una explicación.
Jesús nos confirma la validez del refranero: [Obras son amores y no
buenas razones.]…
¿Por qué?
Porque
Él sabía la verdad: No era
aceptado de igual manera por quienes eran testigos de lo que “decía y hacía”, sólo los más desfavorecidos lo recibieron bien pero
quienes vivían
a costa del sistema
lo rechazaron porque con él esclavizaban a quienes Él ayudaba y sus enseñanzas
sobre la igualdad y la justicia ponían en peligro el modelo que mantenían con
la fuerza de las armas.
Ese
comportamiento tampoco fue comprendido por quienes esperaban al Mesías y dirigían la espiritualidad del pueblo, incluso “El Bautista”, pues creía que el Mesías prometido vendría para
coger una espada, luchar y derrotar a quienes causaban tanto dolor.
Su
respuesta fue una manera elegante de decirles que no había venido a luchar
sino a liberar a quienes estaban necesitados.
Santiago también les pidió que tuvieran paciencia y les puso como ejemplo
al labrador que siembra y después espera tranquilo que llueva
antes de que llegue el momento de recoger el fruto.
Los
cristianos debemos tener fe si queremos actuar con paciencia en todos los acontecimientos que
cada día nos presenta la vida y, como no, mostrándonos participativos y
confiados en que Dios premiará nuestras inquietudes y desvelos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario