Colaboración de Paco Pérez
LOS CUIDADOS Y
EL FRUTO
Jesús
conocía bien la vida del medio rural, el trabajo diario en el campo y como se
cultivaba la vid. Un día les recordó los cuidados que daban a los cultivos
para obtener abundantes frutos… ¿Por qué?
Para enseñarles qué debían hacer cada día con los demás y las consecuencias que sobrevienen a quienes no lo hacen bien. Como ejemplo les habló de una “viña”; un “agricultor”, el Padre; unas “vides”, Jesús; los “sarmientos” que éstas generan, las “personas”; los cuidados que se dan a los sarmientos para que den “frutos” y cortar los que no rinden.
Dios
siempre cuidó, y cuida, de su viña eliminándole lo perjudicial. Cuando
dieron culto a otros dioses, unos pueblos extranjeros invadieron Israel,
los deportaron, sufrieron la esclavitud y, años después, les ayudó a regresar.
Esto prueba que todos debemos cumplir con la responsabilidad que nos
corresponde y que el Padre nunca nos falla pero… ¿Seguimos fallándole
o hemos aprendido la lección?
Hoy
se nos invita, como sarmientos que somos, a permanecer unidos a la vid
para dar buenos frutos porque de lo contrario el labrador tendrá que podarnos
por comportarnos como sarmientos improductivos y quemarnos.
La
vida real nos enseña que las plantas deben recibir, periódicamente, una
limpieza de sus ramas o de los tallos improductivos porque de no hacerlo así se
convertirán en plantas ornamentales y en esas condiciones no son rentables para
los labradores. Si no cambiamos de comportamiento seremos como estas plantas y…
¿Nos perdonará el Padre o nos podará?
Jesús,
con esta forma tan especial que tenía de comportarse, decía y hacía, convenció
a quienes siguieron su ejemplo y cambiaron, formaron una comunidad sin fisuras
empujados por la verdad y la justicia, todos arrimaban el hombro
y caminaban guiados por la idea de ayudar al necesitado compartiendo las
necesidades y los problemas.
Después
de Jesús, algunos formaron las primeras comunidades cristianas, eran cautelosos
con quienes no conocían porque los enemigos de la primitiva Iglesia los
vigilaban para acusarlos y condenarlos. Cuando Pablo llegó a Jerusalén,
como había perseguido a los cristianos, no se fiaron de él pero Bernabé lo
defendió y lo acogieron. Allí predicó sin miedo, recibió amenazas de los judíos
de origen griego, los compañeros lo protegieron e impidieron que lo mataran.
Esta acción probó que la Iglesia iba creciendo, que vivían unidos y que estaban
organizados.
Juan nos habla del amor
que debemos tener al prójimo empujados por la verdad y la práctica
para que quienes lo hagan así duerman en paz, tengan la conciencia tranquila,
Dios esté a su lado y les conceda su petición.
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