Colaboración de Paco Pérez
RELACIONARSE, LOS
CAMBIÓ
La resurrección de Jesús fue un hecho real pero,
aunque nadie habló de los detalles ni del momento en que ocurrió, lo que sí
precisa el relato es que algunos, al recibir la noticia, dudaron, tuvieron
miedo y se reunieron en una casa de Jerusalén buscando en el colectivo su seguridad.
Al aparecerse no lo reconocieron pero Él lo solucionó hablando con ellos, mostrándoles las huellas de la violencia recibida, compartiendo alimentos y recordándoles que lo ocurrido confirmó lo anunciado por los profetas. Aquellas reuniones en la casa podrían interpretarse, por la unión que mostraron ante la adversidad que les supuso lo ocurrido, como el inicio de las comunidades cristianas.
En sus apariciones los saludaba deseándoles la PAZ,
les aconsejaba que vivieran sin violencia, ayudándose y compartiendo penas y alegrías
y que evangelizaran a todos proponiéndoles el arrepentimiento para poder recibir
el perdón.
La
fe entró con fuerza en los discípulos porque tocaron, comieron, dialogaron y
recibieron de Jesús sus mensajes, a nosotros nos queda la huella de sus
ejemplos.
Lo
ocurrido en Jerusalén nos prueba que la fe no viene a las
personas con facilidad ni de la misma forma. Unos necesitaron ver y tocar
para alimentar su creencia, en nuestros templos las personas tocan las
imágenes, y otros la aumentan cuando, intentando comprender el misterio de Dios,
profundizan en el ejemplo de Jesús y practican su ejemplo… ¿En qué grupo estoy?
Los
discípulos cambiaron y consolidaron su fe ayudados por las vivencias que
tuvieron con Él durante esos días y una prueba de cambio radical la encontramos
en Pedro, el discípulo que negó tres veces a Jesús por miedo a morir pero cuando
comprendió quién era ya no dudó, tuvo fe y salió con valentía a
proclamar ante el pueblo lo ocurrido.
La
muerte de Jesús
evidencia una realidad, sufren el rechazo social quienes son justos,
dicen la verdad y ayudan a los demás, Él fue así y, a pesar de ello, murió para
que pudiéramos salvarnos.
Pasaron
los años, las
comunidades cristianas no progresaban y Juan les pidió que abandonaran el
comportamiento equivocado que les hacía proclamar a Dios como Padre y no
reconocer a Jesús como su Hijo, que cumplieran los mandamientos y que dejaran
de pecar.
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