Colaboración de Paco Pérez
¿A EUCARISTÍA O
MISA?
La
sociedad no suele arriesgar y por eso elige personas expertas para ocupar los puestos
de responsabilidad o para realizar cualquier trabajo, la historia del pueblo de
Israel prueba que Dios sigue otra línea, elegía como cabezas visibles que les
ayudara a personas sencillas y las animaba a que participaran en la divulgación
de su mensaje con ilusión, espíritu de mejora y mucha prudencia.
Durante el Éxodo, el “maná” no fue el pan de salvación porque sus preocupaciones eran de supervivencia, comer para no morir, y porque a Dios no lo tenían en el centro de sus creencias.
Vino
Jesús y todo cambió al invitarlos a seguirle para alcanzar la vida eterna, lo
hizo en unos términos difíciles de comprender al guiarse por la literalidad de
sus palabras, de ahí que quienes le acompañaban a diario hablaran en términos
materiales, comer y beber… ¿Por qué?
Porque
no comprendieron que les propusiera entregarse de manera total a la causa de
Dios y que eso requería, y requiere, ayudar al prójimo en sus necesidades,
materiales y espirituales, -lo que Él hacía- y que no tuvieran miedo a las
consecuencias que se pudieran derivar de responderle como Jesús, morir por los
demás… ¿Nos planteamos la Eucaristía en estos términos o asistimos a misa? ¿Cambiamos
o seguimos con los mismos comportamientos?
Pablo les proponía estar vigilantes siempre pues los
días de bonanza no son eternos y en un momento todo puede cambiar, por eso les
aconsejaba estar prevenidos para salir victoriosos. También les dijo que para
triunfar deberían vivir vigilantes, confiados en el Señor, no olvidarse de ser
responsables y generosos con los demás, acudir a Él para ofrecerle nuestras
obras buenas y pedirle su ayuda y protección.
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