viernes, 30 de agosto de 2024

DIOS PUSO LAS LEYES

 Colaboración de Paco Pérez

¿LAS CUMPLIMOS?

Moisés, en el Sinaí, recibió del Señor la Ley y las instrucciones que ayudarían al pueblo a dar gloria a Dios y a vivir en paz. Para que el proyecto cumpliera su cometido el pueblo debía respetarlo íntegro y no hacerle modificaciones. Recordemos: [No añadiréis ni suprimiréis nada…] […guardaréis los mandamientos del Señor, vuestro Dios, tal como yo os los prescribo hoy.].

¿Respetamos esas normas?

Opino que no pues lo mismo que el pan no se elabora igual que antes con el proyecto de Dios pasa igual. Cambiamos cosas y nos alejamos cada vez más del origen cuando se intenta contentar a todas las personas en sus diferentes situaciones personales y así dejamos de impulsar que cada particularidad reflexione, aprenda de lo vivido para reorientar su vida, acepte esa nueva situación y espere que el Padre le muestre el nuevo camino.

Santiago les habló de la salvación recordándoles que, para alcanzarla, no olvidarían que todo lo bueno que recibimos viene del Padre y les recomendó escuchar su Palabra, ponerla en práctica y esperar que diera buenos frutos. También decía que limitarse a escuchar la Palabra y no ponerla en práctica era engañarse pues Dios desea que nos preocupemos de dar solución a los problemas de quienes están cerca de nosotros y que no nos ensuciemos con las mezquindades que nos rodean. Hoy, estos consejos cobran vigencia pues la corrupción se ha convertido en un deporte popular.

En el evangelio encontramos de nuevo el papel de la tradición en la espiritualidad del pueblo, ocurrió y ocurre, cuando nos olvidamos de lo que Dios nos propuso en el Sinaí y priorizamos las tradiciones populares catalogadas como religiosas.

Jesús esclareció el tema hablando con un grupo de personas, entre los que había fariseos y maestros de la Ley. Éstas cumplían la “ley de pureza” pero los acompañantes de Jesús no y eso hizo que consideraran como una gravísima falta que comieran sin lavarse las manos.

Jesús les respondió, intentando aclararles su equivocación, dándoles una visión diferente: “La suciedad no viene de fuera sino de dentro”, es decir, si no ayudas al necesitado, no cuidas a tus padres, eres injusto, robas, engañas… ¿De qué te sirve lavarte las manos antes de comer?

 

 

 

 

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