jueves, 30 de mayo de 2013


RECUERDOS DEL PASADO

A mi abuelo Maxi,

“El Capitán”

Colaboración de Loly Elvira Robles

Paseando por las calles de mi pueblo me doy cuenta que, a menudo, añoramos pequeñas cosas que encierran un gran valor sentimental y nostálgico para nosotros porque nos hacen trasladarnos a nuestra infancia, con el grato recuerdo que nos queda de ella.
Recuerdo esas tardes de verano, largas y calurosas, en las que esperaba impaciente  a  que llegara el momento en el que pasara el heladero. Un señor que, si no recuerdo mal, vivía en la calle “El embudo”.

También recuerdo su inconfundible figura cuando pasaba sujetando con sus manos las dos empuñaduras del carrito, inclinándolo un poco hacia adelante mientras le empujaba. Tenía dos grandes conos plateados, a modo de tapadera, y en su interior se encontraba aquel suculento manjar, visto desde los ojos de un niño. Aquel olor a vainilla que desprendía aquel carrito era, sin duda, el mejor momento de la tarde.
Era entonces cuando, a toda prisa, rebuscaba en los cajones de casa por si aparecía alguna monedilla suelta. Sin embargo ahí siempre estaba mi entrañable abuelo Maximiano. Él, con una mano en el bolsillo y con la otra cogido a mí, se acercaba al carrito con la intención puesta en satisfacer a su nieta.
Cuando llegábamos al heladero éste le preguntaba:
- ¿Cómo lo quieres?
Y mi abuelo le respondía:
- Dele usted uno chico y de vainilla.
El anhelo, es algo indescriptible. Algo que aún, con el paso de los años, hace que no nos olvidemos de esas pequeñas cosas y de esos grandes hombres que pasaron por nuestra vida. Mi abuelo Maximiano supo escribir en el libro de mis recuerdos esta vivencia con la tinta del amor y por eso aún no se ha borrado después de tantos años.

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