Colaboración de José Martínez Ramírez
El 8 de diciembre de 1980 era lunes, las agujas
del reloj señalaban las 20:50 horas y el libro de la historia estaba a punto de
cerrar ese día la página correspondiente sin algo reseñable que anotar. Pues
bien, no pudo hacerse así porque a esa hora un hecho luctuoso dejó sin habla al
mundo entero cuando, unos minutos después, sonaron las alarmas en todas las
centralitas de los medios de difusión para informarles de que un engendro
humano, Mark David Chapman, acaba de
arrebatar la vida a un ser especial y por su acción descabellada la humanidad se
vería privada en delante de la genialidad que mostró mientras vivió y que le
quedaba aun por regalarnos… ¡Había sido
asesinado John Winston Lennon!
El asesino, una mente trastornada, tenía una
personalidad dominada por una fuerte necesidad de ser escuchado por los demás y
para ello planeó que su acto adquiriera notoriedad y así, por él, ser recordado
por las futuras generaciones.
Lennon
nació en Liverpool (Inglaterra) el 9 de octubre de 1940, mientras los aviones
hitlerianos bombardeaban la ciudad.
No tuvo una infancia normalizada y no fue feliz
porque sus padres fueron algo especiales. Por esta razón, una hermana de la
madre que estaba casada y no tenía hijos se encargó de cuidarlo y por ello su tía “Mimi” fue para él como su madre.
Sin pretender profundizar en su personalidad deteriorada
tenemos que valorar la gran trascendencia que tuvo para esa configuración futura
las circunstancias familiares que lo rodearon. No olvidemos que vivió una niñez
complicada y por ello su mente deseaba lo que la vida no le había dado pero sí a
otros. Por eso, recordando cómo era entonces, dio pistas sobre su forma de
pensar y el por qué cuando dijo: [Una
parte de mí quería ser aceptado por todas las facetas de la sociedad y no ser
el músico bocazas y lunático que soy. Pero no puedo convertirme en algo que no
soy. Dada mi actitud, los padres de los otros chicos (...) reconocían
instintivamente lo que yo era, es decir, un alborotador. Sabían que no iba a
ser un conformista y que influenciaría a sus hijos, que es lo que luego sucedió
realmente. Hice todo lo posible por causar problemas en la casa de los amigos
que tuve en parte por envidia, porque yo no tenía eso que llaman hogar. Aunque
en realidad lo tenía (...) Había cinco mujeres que eran mi familia. Cinco
inteligentes y fuertes mujeres. Cinco hermanas. Aquellas mujeres eran
fantásticas (...) Esa fue mi primera educación feminista (...) Una de ellas
resultó ser mi madre (...) No sabía cómo enfrentarse a la vida. Tenía un marido
que se escapó a la mar en medio de una guerra y no podía conmigo. Por aquel
entonces yo tenía cuatro años y medio. Al final acabé viviendo con su hermana
mayor. Aquel conocimiento y el que yo no estuviera con mis padres me hizo ver
que los padres no son dioses.].
Al día siguiente de su muerte, Ono comunicó a los medios: [No hay funeral para John. Él amaba y rezaba
por la raza humana. Por favor, recen por lo mismo.].
Su cuerpo fue incinerado en el Cementerio
Ferncliff, en Hartsdale, Nueva York. Ono
esparció sus cenizas en el Central Park de Nueva York, donde más tarde se
creó el monumento conmemorativo Strawberry Fields.
David
Chapman
se declaró culpable de “asesinato en
segundo grado” y fue condenado a cadena
perpetua; aún permanece en la cárcel y le ha sido denegada en repetidas
ocasiones la petición de libertad condicional.
Lennon
protagonizó dos hechos que ocasionaron bastante impacto social: Comparar la popularidad de los Beatles con
la de Jesucristo y hacer campaña contra la guerra de Vietnam.
Las consecuencias que se derivaron de ambos fueron:
La primera hizo que sus discos ardieran
en hogueras y la segunda que una de sus canciones, Give Peace a Chance, se convirtiera en símbolo de de la Paz.
Como homenaje a esta gran figura, los invito a
escucharlo una vez más. Para ello hagan clic en PAZ.
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