JUAN EL “BAUTISTA” LES CONCRETÓ EL CAMINO
Colaboración de Paco Pérez
Pasa
el tiempo y nuestro comportamiento cristiano no mejora, lo digo porque si
escudriñamos con detenimiento en lo que hacemos nos percataremos de que seguimos
anclados en el mismo punto, poco compromiso con el prójimo y mucho movimiento
escénico. Éste sólo está bello pero no es eficaz, luego, nada ha cambiado en lo
esencial dentro del catolicismo.
En
estos días de Adviento, aparece el
modelo real que debemos abrazar, Juan el
“Bautista” nos muestra un comportamiento radical, pero...
¿Acaso no está Jesús, todo el año, haciendo lo mismo? ¿Por
qué no aceptamos entonces que ese es el verdadero camino y no el que se
sustenta en el fervor de la imaginería?
Porque
el primero implica humildad, compromiso, desprendimiento, ayudas de diversas
clases a quienes lo necesitan… El segundo modelo es todo lo contrario, sólo nos
compromete un día del año pero en él hacemos todo lo contrario: Ostentación,
lujo inútil, mucho movimiento escénico…
Juan comprendió la
realidad de Dios en su momento y su apostolado buscó aclarar conceptos y pasar
a la acción, lo hizo en dos etapas:
1ª.- Comenzó retirándose al desierto para meditar,
fue la fase de preparación que todos necesitamos, y pasó a la predicación del bautismo de penitencia en el Jordán.
2ª.-
Regresó a la “tierra prometida” y
ahí desarrolló su predicación. No se convirtió en el protagonista porque les
anunció que detrás de él vendría un personaje dotado de auténtico poder, lo llama
“el más fuerte”.
Les
administraba “un bautismo de agua” pero
el que le sucedería les regalaría “un
bautismo de fuego” que les purificaría, eliminaría la maldad e implantaría la justicia.
¿Qué diferencia hay entre ambos modelos?
El
primero nos perdona los pecados y el
segundo lleva consigo un contenido de vida que hará, a quienes lo comprendan y
apliquen, cambiar su proceder de
forma definitiva y por éste disfrutarán
de una vida plena de felicidad.
Juan se mostraba humilde y dejaba la gloria para el que
vendría detrás de él. Lo ensalzaba al máximo pero no clarificaba nunca quién
era, lo hacía de manera enigmática porque lo nombraba mediante expresiones, “el que ha de venir” o “el que es más fuerte que él”. Tenía muy
claro para qué vendría, hacer justicia y
salvarnos. Con Él el proceso iniciado por Juan el “Bautista”
llegaría hasta su final.
Cuando
Jesús se acercó hasta el Jordán se
encontró con una sociedad que no había respondido igual. Por un lado estaban
las personas de distintas condiciones sociales que habían acudido atraídos por
la predicación de Juan para que los bautizara. Por otro los que, perteneciendo
al poder político o religioso y a la clase social adinerada no acudieron o se
opusieron.
Quienes
van lo hacen con humildad y buscan que Dios los perdone para empezar limpios una
nueva vida que sea más digna y justa. En ese ambiente se estaba iniciando la “restauración” del nuevo pueblo de Dios.
Juan
no predicó para formar una comunidad de gente
selecta, se dirigió a todos. Una vez bautizados volvían a sus casas
cambiados y ya vivían de manera diferente, eran personas preparadas para
recibir la llegada próxima de Dios.
Una
vez más se comprueba que quienes ostentan el poder o tienen bienes materiales
son quienes entorpecen el desarrollo del plan de Dios para el hombre.
¿Qué hace en nuestros días la sociedad
civilizada y rica que antes los secuestraba para esclavizarlos y ahora sigue
explotándolos con otros métodos?
Los
movimientos migratorios ahora no interesan a nadie y se han convertido para los
países receptores, los causantes de sus males, en un problema… ¿Por qué no se preocuparon en su momento de
ayudarles para que ellos explotaran sus recursos naturales y pudieran comer?
Porque
su gran preocupación, durante muchos años, ha sido el robarles sus riquezas. Lo
hicieron enfrentando en el mismo lugar a unos contra otros, después les vendían
las armas a las facciones rivales, los endeudaban, los dejaban solos para que
se mataran entre ellos y, cuando todo había quedado destruido, los pacificaban.
Entonces se instalaban allí como gente buena para salvaguardar el orden y, mientras
esto ocurría, sus recursos naturales volaban al exterior como pago de las
trampas contraídas durante el conflicto con el pacificador por la venta de
armas.
La
predicación de Juan, y la de Jesús, no ha sido aplicada todavía porque seguimos
sin compartir, porque seguimos sin ejercer la responsabilidad en los puestos de
trabajo que nos han confiado, porque se aplica la Justicia de manera sospechosa…
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