Colaboración de José Martínez Ramírez
I
En
la mañana de Mágina, el viento
levanta
susurros milenarios.
Camino
entre ellos y, por momentos,
El
mito emerge de la nada, un fragmento,
con
su larga cola negra de corsario.
Revienta
la monotonía el ciervo
con
su bramido potente y encelado.
Muy
cerca el latido sangriento
de
la ronca, entre encinas, del gamo,
Escucho
bajo el quejigo, muy atento,
mientras
pasa ciego por mi lado.
Un
horizonte ocre de arces, por cientos,
saluda
este otoño atípico de horarios
y
nos inunda de tristeza, por seco…
¡Aquí espero la lluvia, en mi santuario!
II
Hoy,
para mí, no pediré más a la vida
y
dejo para los demás lo que queda del día.
Este
segundo de mañana tan corto
lo
repetiré, no sea que me quede cojo.
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