Colaboración de Paco Pérez
CONVERSIÓN Y ARREPENTIMIENTO
Una
vez más, se comprueba que el poder oprime los derechos de las personas: Agobiando
con impuestos, sin importarle que no coman; imponiendo leyes que sirven al que
manda y olvidan al que obedece; no respetando las creencias de quienes los
encumbran al poder; gobernando para no abandonar el sillón y no para arreglar
los problemas del necesitado… La clase
sacerdotal servía a Dios y a sus
intereses, esta situación fue la que denunció Jesús cuando se enfrentó a los vendedores
y cambista que negociaban junto
al Templo.
La
opresión empujó a los galileos a
manifestarse contra los abusos de Pilatos
y él respondió matando a un montón de ellos en el interior del Templo, así fue como se mezcló la
sangre de los muertos con la de los animales sacrificados para las ofrendas.
De
las provincias que Roma tenía fuera,
Israel siempre se caracterizó por su
rebeldía, esa oposición los llevó a enfrentarse a los romanos en el año 70 d.
de C. y por esa razón Jerusalén fue
destruida.
En
el pasado, cuando ocurría alguna desgracia, las personas juzgaban por las apariencias a las otras pues creían que les había
sucedido por culpa de sus errores y que habían sido castigadas por Dios. Los hechos evangélicos de los galileos asesinados por manifestarse o
quienes fueron aplastados por la torre al
pasar cerca de ella en el momento del derrumbe son dos ejemplos que reflejan
la creencia que había entonces… ¿Era
correcto pensar que Dios los había castigado?
No,
porque no podemos dar por hecho que Dios
actuó condenando a quienes murieron pues estaríamos considerando que esos eran
malas personas y el resto buenas. Jesús
les mostró la realidad que ellos no veían, que quienes habían sobrevivido
fueran igual de malos, o peores, que los fallecidos.
Por
los hechos observados Él les
aconsejó que iniciaran el camino de la
conversión para que cambiaran los
comportamientos.
Jesús les propuso
la “parábola de la higuera” para
enseñarles que debían ser comprensivos con quienes vivieran cerca y que deberían
acostumbrarse a tener paciencia con quienes no respondieran satisfactoriamente
en determinados momentos de su vida.
Un
ejemplo de “conversión y cambio” lo
encontramos en Moisés, cuando Dios le habló para que rescatara a su
pueblo de la esclavitud en que vivía en Egipto. Aceptar la petición recibida de
Dios no era fácil pues salvó la vida
porque salió de aquella tierra huyendo del faraón. Por esa razón Él le comunicó sus planes para
conseguirlo y él, a pesar de los
problemas que había dejado allí, aceptó la misión sin titubear cuando le dijo
quién era, está en ÉXODO 3, 14:
[Dijo Dios a Moisés:
- "Soy el que soy. Esto dirás a
los israelitas: Yo-soy me envía a vosotros."].
Aceptó porque la
fe que tenía en Él era enorme y
porque se identificó ante él. Por esta acción del Señor con Moisés no
debemos ignorar que para las personas semitas,
en aquellos años, conocer el nombre del interlocutor era una garantía pues para
ellos sólo existía lo que tenía nombre y Dios
se identificó a Moisés.
Pablo escribió a
los corintios para recordarles cómo
actúa el Señor con las personas y lo
hizo hablándoles con claridad de lo que le ocurrió al pueblo de Israel cuando caminó por el desierto después de salir de Egipto. Ellos comieron y bebieron lo
que Él les regalaba, fue antes de
entrar en la tierra prometida, pero no estaban contentos y protestaron.
Pablo les recordó
que protestar por un derecho de manera correcta es de justicia pero no lo es
cuando las formas y los procedimientos son incorrectos y están alimentados por
la maldad y el egoísmo. Según él, el castigo que les mandó el Señor fue para que sirviera de ejemplo
a ellos y a las generaciones futuras pues con decir que somos cristianos no es
suficiente, hay que ser inconformistas
y hacer otras cosas distintas, entonces
sí nos implicaremos en lo que Dios
nos pide que hagamos.
¿Qué postura sería la más adecuada?
Preocuparnos
de averiguar qué entorpece la convivencia, ayudar a que cambien quienes tienen
una mala actitud y concederles como a la higuera otra oportunidad.
Debemos aceptar que la solución está en el arrepentimiento y la conversión definitiva pues estar cayendo
de manera permanente porque sabemos que Dios
es misericordioso no es el camino.
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