Colaboración de Manuel Sánchez García
Pobre
almendro,
que
sólo entre luceros,
pasas
las noches,
recubierto
de hielo negro.
Qué
difícil es para ti,
almendro
mío,
pasar
el invierno,
sin
flor y escalofrío.
No
llores entre tus ramas,
pues
corren por tu piel,
entristecidas
escarchas,
empalagosas
como la miel.
Ya
se van los luceros,
ya
se van las escarchas.
Ya
vienen los jilgueros,
ya
llegan las calandrias.
Y
aquel pobre hortelano,
entre
siembra y regadío,
entona
a Manuel Machado,
mientras
el almendro bebe del río.
¡Cómo
no te voy a querer almendro mío,
si
eres alegría de querer entre tus ramas,
caballero
a las orillas del río Miño,
y cantaor de este campo de
flores blancas!
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