Colaboración de Paco Pérez
EL VIAJE DEL CRISTIANO
Los
cristianos debemos entender que la conversión y la evangelización son el “camino” por el que nos
desplazamos durante el
viaje de la vida, él tiene un comienzo y un final.
¿Qué hacemos antes de iniciar nuestros
viajes?
Lo
primero de todo es saber para qué los
hacemos y después realizamos la planificación.
Estos dos puntos también deben marcar nuestra trayectoria cristiana desde que nos
bautizan y después, viviendo el día
a día, pasamos por una serie de etapas hasta que nos llega el momento final. En
ese trayecto entra la etapa formativa
inicial, la que no fue ni es enseñada con nitidez, y por eso no es percibida
como es la realidad sino en abstracto; no es cómoda ni fácil sino difícil y sufrida; alegre o triste, ilusionante o deprimida…
¿Por qué?
Porque
en función de cómo se nos presente el
mensaje y de nuestra buena
disposición y capacidad para
asimilar el hecho cristiano así será
también nuestra evolución y aceptación de la realidad que de ella
se deriva, pasar a la práctica o acomodarnos a la placidez de la vida.
Debemos fijarnos en lo que hizo
Jesús durante su vida pública, cómo acabó en Jerusalén y
porqué pero no en cómo respondieron sus seguidores por no comprender el verdadero sentido de su MUERTE, huyendo o escondidos, a pesar de todo lo que
vivieron y aprendieron a su lado.
Como
Dios tenía una buena planificación
pues Jesús, después de resucitar, se presentó a ellos en Jerusalén y Emaús, con esos encuentros les ayudó a recordar y a comprender lo que les había anunciado antes y no supieron valorar.
Después, Pedro y los diez salieron a la calle y
se presentaron con valentía ante el pueblo para hablarles del hecho consumado
de la muerte de Jesús, el HIJO de Dios. Les explicaron que todo se había
ajustado a los planes de Dios y les recordaron
que ellos habían permitido que sucediera, habiendo sido testigos de su pues Él sólo había hecho cosas buenas en
nombre del Padre. Por esa razón, Dios lo rescató del abismo de la muerte, resucitándolo.
En
sus explicaciones, Pedro retrocedió
hasta David, profeta y rey, al que Dios comunicó, muchos años antes, los hechos
que ellos estaban presenciando en aquellos días, es decir, les quiso aclarar que
nada de lo ocurrido había sido un hecho casual sino el fruto de algo que estaba
programado por Dios desde el
comienzo de los tiempos.
También
les
aconsejó sobre lo que debían hacer para caminar cada día por la vida: No sentirse
cautivos de los prejuicios culturales del pasado, saber valorar las cosas materiales en su justa medida para impedir así
que éstas nos esclavicen y no olvidar
jamás que Dios nos salvó con un gran
acto de amor hacia nosotros… ¡La muerte
de su Hijo!
El cristianismo es “camino” pero entendido como la trayectoria que recorre el
cristiano siguiendo el ejemplo vital
de Jesús: Ayudar al prójimo y sufrir la incomprensión, la injusticia, la condena
y la muerte.
Si el Reino de Dios es el destino de nuestro viaje final y no vamos a poder hacerlo
cargados de riquezas terrenales me
pregunto… ¿Es saludable acumular lo
efímero si para ello tengo que hacer daño a otras personas y apartar a Jesús de
mi vida para que mi conciencia quede adormecida y no me recuerde el mal que
hago?
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