Paco Pérez
Capítulo I
Yo,
en aquellos días felices en los que muchas personas hacíamos las cosas propias
de quienes llevan una vida normal, salía a pasear con mi esposa y, a veces, lo
hacía con gran desgana pero no decía nada a ella debido a que era una
obligación para ambos caminar porque así manteníamos muy bien los niveles que
con la edad se deterioran a quienes ya tenemos unos cuántos años de más. Después
de hacerlo durante una hora nos dirigíamos a la cafetería para tomarnos la “dosis diaria” y leer la prensa.
En el cumplimiento de estos rituales coincidíamos mucho con nuestros amigos Ana María Mateos “La Pelá” y Ramón Albao
Carmona, compartíamos el tiempo intercambiando temas y después nos
marchábamos para comprar algo y regresar a casa. En alguna ocasión se nos unió
la señora Paquita, la hermana de Ana María y, como es costumbre en ella,
siempre se mostró generosa con sus “palabros”
típicos y lo pasábamos muy divertidos.
Un
día, estando los cuatro, Ana María
recordó algunas de sus ocurrencias y, en ese ambiente de recuerdos y risas, Ramón se comprometió a escribir en casa
lo que su esposa y él fueran
recordando. Lo cumplió y un tiempo después me dio escritos unos folios con
dichos recuerdos. Ayer, después de estar un tiempo guardados en una carpeta, los
mecanografié para que con su lectura ellos recordaran estos momentos felices
del pasado y lleven mejor el dichoso confinamiento, aunque sea durante unos
días.
EL TELEGRAMA
Colaboración
de Ana María y Ramón
Una
mañana, como otras muchas, mi esposa cogió el carro de la compra antes de salir
de casa y nos lo llevamos para cargar en él las compras que fuéramos realizando
después de tomar el café.
Íbamos
de regreso y, sin esperarlo, sentimos a nuestras espaldas unas voces
inconfundibles… ¡Era Paquita, la hermana
de Ana María!
Nos
paramos para esperarla y cuando estuvo más cerca de nosotros nos dijo:
-
¡Oyeeeeee! ¿A dónde vais con tanta prisa?
Nosotros
llevábamos una marcha normal, nos sorprendimos con sus palabras y Ana María le contestó:
-
Vamos a comprar a la tienda de Capilla
“La Retrepá”.
Entonces
tomó de nuevo la palabra y nos soltó una salida de las suyas:
-
¡Mííííralos, a comprar a “La Retrepá”
y van más deprisa que un telegrama!
Entonces,
Ana María, le preguntó:
-
¿Y tú adónde vas por este barrio tan lejos de tu casa?
–
Voy a la tienda de Ramona – le
contestó.
-
Muy urgente tiene que ser la compra para que vengas tan lejos y no esperes al “mercadillo” – afirmó sorprendida Ana María.
Esta
respuesta normal y lógica nos hizo descubrir, sin esperarlo, la verdadera razón
por la que iba a visitar a Ramona:
-
Voy a comprar calzoncillos y calcetines para el Nono y ya no voy a ir más al “mercadillo”.
-
¿Qué te ha pasado allí para que digas eso? – le preguntó preocupada su hermana.
–
Que los calcetines que venden allí no
sabes dónde están los deos o el talón.
Como
es lógico con esta inesperada respuesta nos reímos un montón, ella también, y
cuando nos serenamos continuó con sus ocurrencias diciendo:
-
Hermana, tú sabes bien que aquí - dándose golpes con la palma de la mano en el
pecho, mientras hablaba-… ¡Hay categoría!
Cuando
creíamos que ya había acabado nos sorprendió con otra salida genial:
-
Además, tú sabes bien que me has dicho muchas veces… ¡Eres más delicá que la “Bicheja
Vieja”!
No hay comentarios:
Publicar un comentario