Colaboración de José Martínez Ramírez
Capítulo II
Aprendimos
de mañana,
subidos al tren del montón,
que el mundo que nos rodeaba
era más limpio con amor.
La mentira no es tan mala,
si no araña el corazón
desconoce la trápala.
Lo que dice la canción:
“Que sueñas en tu almohada
hecha para ti”, es un error.
Que la sonrisa de la cara
puede mentir, como la voz.
Los ojos y la mañana
son de verdad, puro verdor.
Que el amigo que jugaba
con aquel caballo de cartón
es la infancia de tu Patria.
Que en lugar de un sofocón,
más vale una sonrisa clara.
Que cuando llega la calor
del primer beso, es mañana,
que la infancia ahí falleció,
eran labios como espadas.
Puerta que también se cerró
lacerante en las caras.
Diez más una son veintidós,
que hoy mejor que mañana.
A la gente es mucho mejor
no darle bien la tabarra.
A quien suscribe le dio
por los poemas y la caza.
Y alguna que otra afición,
inconfesable por ganga.
subidos al tren del montón,
que el mundo que nos rodeaba
era más limpio con amor.
La mentira no es tan mala,
si no araña el corazón
desconoce la trápala.
Lo que dice la canción:
“Que sueñas en tu almohada
hecha para ti”, es un error.
Que la sonrisa de la cara
puede mentir, como la voz.
Los ojos y la mañana
son de verdad, puro verdor.
Que el amigo que jugaba
con aquel caballo de cartón
es la infancia de tu Patria.
Que en lugar de un sofocón,
más vale una sonrisa clara.
Que cuando llega la calor
del primer beso, es mañana,
que la infancia ahí falleció,
eran labios como espadas.
Puerta que también se cerró
lacerante en las caras.
Diez más una son veintidós,
que hoy mejor que mañana.
A la gente es mucho mejor
no darle bien la tabarra.
A quien suscribe le dio
por los poemas y la caza.
Y alguna que otra afición,
inconfesable por ganga.
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