Colaboración de Paco Pérez
DE MAYORES, POR EL “MÁS ALLÁ”
Pedimos
al Señor cosas que tienen un valor pasajero, el dinero es un ejemplo, y le hacemos peticiones inútiles porque las
hemos elevado a una categoría que no se merecen al tener el poder de esclavizarnos pues la ambición se encarga de ponernos las
cadenas, nos acostumbra a vivir en un ambiente irreal, nos olvidamos de pedirle
a Dios su ayuda para luchar por la VERDAD
y la JUSTICIA, las cosas que no
son perecederas.
Salomón comprendió antes de comenzar a reinar que la sabiduría era el mejor regalo que podía recibir de Dios, se lo pidió y se la concedió. Con ella encontró el camino que le hizo comprender la realidad de la vida, tomaba decisiones justas y fue reconocido como un gran rey.
Las
personas se preocupan mucho por el “más allá” y dejan abandonadas sus
obligaciones con el prójimo en el “presente”, ante esa realidad debemos
preguntarnos… ¿Hacemos lo que debemos o nos limitamos a seguir las rutinas
que la sociedad practica?
El
diálogo que mantuvo Jesús con el joven rico refleja la realidad
de éste, su preocupación por el “más
allá”, algo inusual entre los jóvenes porque eso sólo suele afectar a los
mayores cuando comprueban que la mochila va muy cargada de años y ligera de salud,
y entonces “comienzan a verle las orejas
al lobo” pero… ¿Cuándo eran jóvenes se preocupaban del “más allá” o sólo de “las cosas terrenales”?
El
ejemplo del evangelio no entra en la
dinámica normal de la realidad social de todos los tiempos porque era un joven rico
que cumplía con los preceptos de su religión y que no tenía problemas económicos. Esa preocupación que muestra por el
“más allá” nos aclara que se le
presenta de manera anticipada porque quienes lo tienen todo tampoco quieren que
les falte nada cuando tengan que hacer el viaje final hasta el Padre, lo que él hizo fue intentar establecer una relación mercantil para garantizarse allí una buena plaza pero cuando comprobó que el
precio era muy elevado cortó el diálogo y nos dejó claro que una cosa es
lo poco que hacemos, creyendo que estamos en el buen camino; otra que sigamos
el camino que Él nos enseñó y, por último, que tengamos la mochila llena
de buenas acciones para que el Padre quede satisfecho cuando lo visitemos.
Hemos
sido educados por nuestros mayores en la creencia equivocada de ser buenas
personas y cumplir con la tradición religiosa porque así ya estaríamos
salvados pero Jesús, para que no nos confundiéramos, nos dejó muy claras
las cosas que debíamos hacer y así nos aclaró que las costumbres ancestrales
eran insuficientes… ¿Por qué?
Porque
este cumplimiento religioso nos lleva a mirar demasiado al cielo pero poco hacia quienes caminan a nuestro lado en la
tierra, así no nos percatamos de que muchos de ellos viven en situación de exclusión y, si se nos
acercan, les damos algo insignificante de lo que nos sobra pero la
realidad es que ese comportamiento no es una implicación seria para ayudar a
resolver esa problemática social.
El
diálogo con el joven rico nos muestra el típico comportamiento fariseo que
lleva a las personas a adjudicarse el título de buenas y a los demás les
regala el de malas, Jesús aclaró ese error así:
-
[¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios.].
Como
la riqueza era interpretada en aquellos tiempos de manera equivocada, creían
que quienes la tenían es que habían sido bendecidos por Dios. El joven,
cuando recibió el consejo de repartir sus propiedades, se marchó triste porque
no comprendió que Jesús le pidiera renunciar a lo que tenía derecho a
disfrutar porque Dios se lo había regalado.
Jesús, con su consejo
amable, quiso devolverle la alegría que había perdido por culpa de su apego desmedido
al dinero pues éste le hacía no interesarse de vivir feliz en el presente
terrenal alejándose de la infelicidad que le causaba el apego a la materialidad
del capital.
Los
discípulos, que lo habían acompañado desde el comienzo, tampoco comprendieron
sus palabras y Pedro, ante esa dificultad, se convirtió en portavoz del
grupo y le comunicó la preocupación que les sembró con sus palabras por su
futuro en el “más allá”. Jésus les despejó sus dudas sobre su
futuro en el Reino así:
-
[ Os aseguro que
quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por
mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más- casas y
hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la
edad futura, vida eterna.].
No hay comentarios:
Publicar un comentario