Colaboración de Paco Pérez
REQUISITOS PARA SERLO
Jesús invitaba, a quienes lo escuchaban, a ser sus “discípulos” y les decía
qué debían hacer para serlo. No era una propuesta dirigida a unos pocos sino válida
para todas las personas de todos los tiempos.
Quienes lo sigan lo harán sin pensar en ellos sino
entregándose por los demás desde la responsabilidad que cada persona tiene en la familia, la profesión o la sociedad.
Desde la antigüedad, se consideran “discípulos” a quienes aprenden una doctrina, ciencia o arte ayudados por un maestro. En la Biblia también los encontramos, Jesús perteneció a este grupo de personas extraordinarias que, desde el primer momento, enseñaba y atraía a las personas de todos los lugares y de todas las clases sociales pues les decía cómo tenían que comportarse, a esas formas ellos no estaban acostumbrados.
Como “maestro”, Jesús enseñó, profetizó y curó a los enfermos pero los otros maestros no pues su
deber estaba limitado a enseñar a
los que acudían atraídos por el deseo de aprender.
Los “discípulos” de Jesús adquirían
un compromiso muy grande al aceptar su llamada pues tenían que cortar con las
ataduras del modelo familiar y social que entonces había, esa decisión era dura
y por eso sólo fue atendida de inmediato por unos pocos… ¿Por qué?
Porque
antes de que tomaran la decisión final les hablaba de los peligros que podían
afectarles: Perder la vida, renunciar a sus planes familiares, profesionales,
aficiones o costumbres, a las seguridades materiales y no hacer caso a la
incomprensión familiar y social que recibirían al hacerlo.
Seguirle
obliga a tomar unas decisiones muy duras pues
hay que llevar una vida libre
y sin las ataduras de la materialidad y el egoísmo, abandonar
a los padres, familiares, trabajo…
En aquellos tiempos hacerlo era una decisión que se interpretaba mal porque las
opiniones de los mayores eran muy respetadas y, además, eran atendidos en sus
necesidades por los descendientes.
Un ejemplo de esa forma de comportamiento la
encontramos en Eliseo,
un hombre de Dios. Él viajaba ejerciendo su labor
misionera y al pasar por un pueblo vivió una historia ejemplar cuando una
familia lo acogió en su casa y, con ese gesto, se nos enseñó cómo debemos
comportarnos con las personas desconocidas, hacerlo como un deber y no por intereses personales. También nos ayuda a ver
con claridad que Dios, en este caso
por mediación de Eliseo, ayuda de
manera invisible a quienes saben hacerlo bien con los necesitados: Aquellos esposos eran mayores, no tenían
hijos, él le pidió a Dios que les ayudara, lo escuchó y les anunció su próxima
paternidad.
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