Colaboración de Paco Pérez
¿QUÉ SENTIDO LE DAMOS?
Los cristianos nos reunimos para celebrar la Eucaristía y debemos hacerlo reconociendo que somos injustos y pecadores, pidiendo perdón al Señor por nuestras acciones incorrectas, escuchando la “Palabra de Dios”, recibiendo los consejos que nos ayuden a modificar nuestros hábitos equivocados y buscando en el ejemplo de Jesús el camino que nos permita conocer las injusticias que hacen sufrir a las personas para que se despierte en nosotros el deseo de ayudar a quienes lo necesitan.
Si
no participamos así nuestra presencia en ella se puede convertir en un acto más
pero no nos ayudará a comprender que Cristo
nos regaló, con su ejemplo, un
buen argumento para seguirle. Si nos olvidamos de esta realidad nuestra asistencia
se convertirá en una participación sin sentido porque saldremos igual que
entramos y no nos preocuparemos de dar solución a los problemas que afectan a
la sociedad: Injusticias, marginaciones, abusos… Si lo hacemos de manera correcta recibiremos la fuerza que nos
haga luchar para que desaparezcan las acciones que causan sufrimiento e infelicidad.
En
el pasado, los fieles presentaban al Señor
ofrendas diversas y éstas se
utilizaban para ser compartidas o para
ayudar a los más necesitados. Con el
paso de los años ese formato cambió y se ofrece en el ritual “pan y vino”.
En
aquellas celebraciones eucarísticas los fieles ofrecían alimentos al Señor
y los compartían. Hoy… ¿Sigue presente en la Eucaristía, a pesar de la
mejora que hay en las economías familiares, ese espíritu primitivo de compartir
y ayudar o sólo respondemos depositando unas monedas en la colecta? ¿Qué
formato tiene más sentido para ti?
Jesús amaba a las
personas, era generoso con ellas y de todos era amigo pero le arrebataron
la vida por denunciar la injusticia que empobrecía a los
más necesitados, hacer el bien a
todos y denunciar que los bienes que nos regaló Dios fueron para que todos pudiéramos comer a diario y no que unos pocos
vivan en la opulencia y otros en la indigencia.
Nosotros
sabemos que esa realidad se da en la actualidad… ¿La denunciamos? ¿Participamos
en la Eucaristía ofreciéndole al Señor lo que hacemos para que
este problema se arregle?
Nuestra
participación en la Eucaristía no
tendrá sentido si desconocemos que es un acto
de amor y de justicia que se manifiesta en la oración del “Padre nuestro”, en ella pedimos a Dios, como Padre de todos, desde una actitud de fraternidad y
reconciliación, que cumplamos su voluntad y que el Reino venga a nosotros.
Entiendo
que si nos damos la mano al desearnos la “Paz
del Señor” será porque no
estamos enemistados con el prójimo y sí estamos
dispuestos a echar una mano a quienes nos puedan necesitar.
Comulgar será una acción
sin sentido si no nos preocupamos de construir
una “humanidad nueva” donde vivamos con justicia y en paz.
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