El TRATO
Colaboración de Paco Pérez
Hace ya un tiempo me contó un amigo la historia jocosa
que le tocó vivir cuando compró una casa para uno de sus hijos.
La familia vendedora era representada por un
familiar ya mayor, Bastián, y con
este señor hizo mi amigo el trato. Una vez acordado el precio, escribieron los
acuerdos del trato en un contrato y lo firmaron ambas partes.
Cuando el
notario tuvo preparadas las escrituras de compraventa, bajó a nuestro
pueblo, los convocó y, en el despacho de José
Manuel Ortega Boluda, gestor local en aquellos días, se procedió a la
lectura del documento que reflejaba el cambio de propietario. Seguidamente tomó
de nuevo la palabra y les dijo:
- En el contrato que ustedes firmaron en su día se
alteraron las estipulaciones oficiales que hay establecidas, por ley, para
estos actos notariales y en él acordaron los firmantes que los gastos de notaría y
de impuestos se pagarían por las
partes intervinientes al 50% y no
como establece la ley… ¿Están de acuerdo
en seguir manteniendo lo firmado?
Bastián, levantó la
mano para hablar, les mostró al hacerlo su
incultura y, a su vez, la gran
honradez que atesoraba al pronunciar estas palabras:
- Señor
notario, a mí me gusta cumplir lo que acuerdo con las personas y, como con este
hombre yo acordé que pagaríamos a partes iguales todo, pues no estoy conforme con
lo que usted ha dicho ahora, pagar al 50%. A cada uno hay que darle lo suyo y
por eso quiero que sigamos pagando a partes iguales.
El notario estuvo muy acertado al contestarle así:
- De acuerdo Sebastián,
se hará como usted dice.
Ninguno de los reunidos se hizo eco de lo que dijo y
se siguió con el protocolo.
Un día, yo estaba en “Zona-3” jugando una partida de tute. Entre los mirones esta uno de
los sobrinos de Bastián y, creyendo
que nadie de los allí presentes conocía los hechos, habló del asunto de su
chacho para hacer un chiste y regalarnos unos momentos de
risa a los que estábamos allí; la verdad es que lo consiguió, nos causó mucha
gracia la historia.
Cuando se acabaron las risas nos comentó un hecho
totalmente opuesto y esta vez la figura fue José Manuel Ortega Boluda, pasamos de la risa a la indignación. Este gestor cobró
a todos los implicados en la historia de Bastián
los honorarios del notario y los impuestos que la transacción tendría ante Hacienda. Unos meses después, cuando el
notario mandó a los interesados unas cartas para el cobro de sus honorarios, se
descubrió que el dinero cobrado por el gestor a las partes no había servido
para pagar los gastos de notaría y que tampoco había pasado por los organismos
oficiales para liquidar la legalización de los documentos de propiedad firmados.
Unos días después estaba en “El Paseo”, me encontré con la persona que me había contado los
hechos de Bastián y le hablé del
asunto que nos contaron del gestor sobre el robo del dinero. Él me dijo que su hijo
recibió una carta de pago de la notaría, con ella se personó en la oficina del
gestor para pedirle explicaciones y éste le negó el robo. Entonces su hijo le
anunció que inmediatamente se iba a Jaén para aclarar el tema y se marchó de la
oficina.
Cuando viajaba recibió una llamada del gestor, no le
descolgó, estuvo en la notaría y allí le comentaron la travesura que había hecho
con todas las personas que esa tarde habían firmado en su oficina testamentos o
escrituras, el dichoso gestor se quedó
con todo el dinero cobrado.
Cuando regresó al pueblo se personó de nuevo ante José Manuel y le dijo:
- Tienes
cuarenta y ocho horas para devolverme lo que me has robado, vendré el próximo
viernes a las 11:00 horas y espero que no te olvides de cumplir.
Mi amigo conocía muy bien a su hijo y, para evitar
que ocurriera ese día una desgracia en la oficina, si no le tenía preparado el
dinero, se personó el día fijado para el cobro del dinero. Tuvo suerte y no
hubo problemas, le tenía preparado el dinero.
EL CONTESTADOR AUTOMÁTICO
DE
BASTIÁN
BASTIÁN
En una tertulia vinatera entre conocidos comenté la
historia que les he relatado sobre Bastián
y uno de los presentes pasó a contarnos lo que conoció él en primera persona
cuando un día necesitó hablar con Bastián
y lo llamó a casa, no le descolgaron
el teléfono y el contestador tenía
grabado este mensaje:
- Semos el
Bastián y la Refaela, ahora no
estamos en la casa porque estamos afuera, vamos a volver dentro de un rato y
entonces nos llamas otra vez.
Gracias.
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