viernes, 4 de enero de 2019

LA NAVIDAD DE 2018


Colaboración de Paco Pérez
VILLANCICO DE LA ABUELA
En el pasado, las abuelas contaban a sus descendientes historias de todo tipo y en los días de Navidad les recordaban el hecho extraordinario con el que Jesús fue engendrado, alumbrado, perseguido y salvado.
Este texto parece ser que lo cantaban como “villancico”.
San José, viendo que a la Virgen
el vientre le aumentaba,
empezó a sentir celos sin saber qué pasaba.

Habló con el Señor y le dijo:
Dios mío… ¿Qué es esto? 
¡Mi esposa ha faltado al juramento!

Hizo su ropa un lío,
ya se marchaba de la ciudad
y oyó una voz que le decía:

Dime, José… ¿Adónde vas?
Al oír la voz él se quedó paralizado,
descubrió que venía de un ángel,
el que le decía poniéndose al lado:

José, deshecha esos celos injustos
que de María has tomado.
Ella está pura, sin mancha, no tiene pecado,
por eso ha sido elegida por el Padre Eterno
para que sea la madre del Rey de los Cielos.

Al llegar al templo él se arrodilló
y a la Virgen pura le pidió perdón:
¡Perdóname, Reina entre todas las mujeres
y bendito es el fruto que en tu vientre tienes!

La Virgen le contestó con mucho cariño:
¡Qué felices seremos cuando nazca el Niño!
San José le contestó:
¡Seremos muy felices cuando nazca el Rey de los Cielos!

De Belén van a Egipto
huyendo del rey Herodes,
en el camino pasaron
hambre, frío y calores.

Al Niño lo llevaban
sin exponerlo y airearlo
porque el rey Herodes
ya quería degollarlo.

Queriendo descansar
se ocultaron en un barranco,
cansados de caminar
y porque los venían buscando.

Al niño le cantaban:
Sería una gran lástima
que Herodes te encontrara,
les dijo que te degollaran.

Caminando hacia adelante,
vieron a un señor
en su tierra trabajando
y la Virgen preguntó:

¿Qué estás sembrando?
El labrador le contestó:
Señora, unas pocas piedras
y son para otro año.

Dios lo castigó con tanta piedra,
que ellas fueron multitud
y el haza se le puso con altitud,
tanta que parecía una sierra.

Huyendo por un camino,
encontraron a otro señor
y la Virgen le preguntó:
¿Qué estás haciendo?

Él le contestó:
Sembrando este poco trigo
que nos pueda alimentar.
La Virgen le anunció:

Ven mañana segador,
sin ninguna detención,
que ese regalo te hace…
¡Nuestro Señor Redentor!

Si por mí vienen preguntando,
tú, a ellos, les responderás:
Yo estaba sembrando,
la planta creció y fruto dio de inmediato.

El labrador se puso muy contento,
por la noche a casa regresó,
su mujer creyó que era un cuento
y al otro día el trigo ya se secó.

Estaban segando el trigo,
llegaron cuatro hombres a caballo
y a todos le iban preguntando:
¿Vieron a una mujer, un niño y un viejo?

El labrador les contestó:
Los vi pasar por aquí,
cuando estaba sembrando.
  
Los del caballo insistieron:
Buen hombre, danos de ellos una señal
y así, nosotros ya te creeremos.
El labrador los recordó cómo eran, tal cual:

La mujer es muy bonita,
el niño parece un sol
y el hombre me pareció
que era, unos años, más mayor.

Los caballistas, al escuchar al labrador,
dos mil reniegos por su boca echaron
al saber que no los encontrarían
y salieron a galope como un ciclón.    

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