martes, 29 de enero de 2019

SIEMPRE


Colaboración de José Martínez Ramírez

Y lloraban las arenas
mire usted qué maravilla,
pero no lloraban de pena
lo hacían de alegría.
Desde Cádiz a la Barceloneta
las gaviotas, por bulerías,
perfuman el viento con crema
de albahaca y manzanilla.
Llego tarde princesa
se me ha ido volando la vida,
ella deshoja traviesa,
jugando entre la mar y la quilla,
las velas de tu barco de fresa.

Me atrapó aquella maravilla
de ciudad, de noches inmensas.
Mi corazón, junto a su mejilla,
mi mente, sonríe y regresa
del Raval a Pinocho, de su naricilla
a la catedral de Granada. Presa
para siempre mi alma, curtida
entre olivares sedientos, princesa.
Los escalofríos son de algodón,
los besos sinceros y escasos,
el tacto perdió su timón
en el umbral de lo invisible.
Los ojos rojos en su balcón
sufren, fijos por lo insufrible.
Es siempre, piensa y no adiós,
sólo palabras intangibles.
Siempre balbucea mi corazón.

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