Colaboración de Paco Pérez
TRANSFIGURACIÓN Y CAMBIO
La
Cuaresma debemos entenderla como un tiempo favorable para orar, reflexionar sobre nuestro comportamiento diario y proponernos realizar el sacrificio de cambiar en nosotros lo que esté torcido.
Hoy nos puede ayudar el ejemplo de Abrahán
pues él fue elegido por Dios
para que realizara un sacrificio grande,
que abandonara la tierra donde nació
y se encaminara hacia donde Él le
indicara.
¿Por qué fue grande su sacrificio?
Porque
abandonar el terruño siempre causa dolor y él, al ser un hombre rico, no tenía
necesidad de ir a otros lugares en busca de nuevas aventuras. No obstante, como
creía en Dios, escuchó la propuesta
que le hizo el Padre, se dejó guiar
por la fuerza de su espíritu y se sacrificó.
Cada día, muchas
personas abandonan (solos o en compañía de la familia) el país que los vio
nacer para ir a vivir en otros para salvar la vida, trabajar, comer y progresar.
Esta realidad se repite a diario y, en los medios, se nos muestra con crudeza lo
que está sucediendo con quienes huyendo de la guerra, la persecución ideológica
o el hambre, cuando llegan a otros países, sufren el rechazo de quienes tienen
que recibirlos.
Por el hecho
de abandonar su entorno ya muestran al mundo el espíritu de superación que los
acompaña y hoy nos recuerdan la figura de Abrahán.
La diferencia
que observo entre ambos movimientos migratorios está en el motivo impulsor. En
nuestros días, las personas inocentes buscan vivir en otros lugares cuando se
sienten maltratadas o en peligro por quienes actúan de manera egoísta para
conseguir el poder y, en el pasado, cuando las personas que recibían la llamada
de Dios sabían darle entrada a Él en sus vidas y lo sacrificaban todo para
servir su causa.
En
el pasado, los pueblos siempre tuvieron algún acontecimiento histórico que
estuvo ligado con algún monte y por
esa razón no debe sorprendernos que en el pueblo de Israel también participaran éstos en los momentos en que Dios fue dando protagonismo a los
diferentes personajes que iba eligiendo para que guiaran a su pueblo hasta que llegara
el momento en el que Jesús se
manifestaría.
Iba
Jesús con sus discípulos, les comunicó lo que iba a padecer y, como todavía no
habían asimilado bien su mensaje, se sintieron mal debido al desánimo que les
entró. Esta realidad lo empujó a subir hasta el monte Tabor con los tres para mostrarse ante ellos en la “Transfiguración” y fortalecerles así su
creencia. Con esa acción prodigiosa les hizo vivir, durante la visión, una
experiencia alucinante por la sensación de paz y felicidad que disfrutaron
mientras duró. Durante ella, Jesús
les hizo ver que era el Mesías que
esperaban en Israel y que había sido
anunciado muchos años antes por Moisés y Elías.
Para
Pablo, la evangelización no es una
tarea fácil pero nos empuja a realizarla a pesar de los problemas que se nos presenten,
lo que le ocurrió a Jesús.
Dios, desde
siempre, tenía preparado este plan de
salvación para los hombres pero debemos recordar que este logro no lo
alcanzó la humanidad por ella misma sino por Jesucristo. Ésta la logramos porque Él murió y resucitó por
nosotros. Ahora nos corresponde a nosotros realizar el sacrificio de CAMBIAR aquellos aspectos de nuestro
comportamiento que no son los adecuados para un cristiano.
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