Colaboración de Paco Pérez
Capítulo VI
Avelino Tirado Torres fue
el menor de la saga y, por su constitución física, era apodado cariñosamente
por sus amigos más íntimos como “El B-52”.
Con Avelino
tuve unas buenas relaciones de amistad en los últimos años de su vida, hasta éstos
mantuvimos un tratamiento normal pues nos limitábamos a los saludos, a tomar
unas copas cuando coincidíamos, a alguna partida que otra de tute y poco más. A
esta relación contribuyó que cuando ingresó en la Benemérita se marchó fuera de la provincia por desempeñó de su
labor profesional en diversos puestos, la mayor parte de ese tiempo estuvo
destinado en Gerona y, al regresar a
Jaén, estuvo en Torres, en la capital y
en la Cárcel “Jaén II”, estando aquí
se jubiló.
En las elecciones municipales de 1987 fue cuando Pascual Angulo fue defenestrado por el
PSOE, formó una candidatura independiente de partido y obtuvo dos concejales;
Alianza Popular fue liderada por Miguel
Bergillos y ganó las elecciones con cuatro concejales; Izquierda Unida
presentó a Sebastián López y cosechó
cuatro y el PSOE, con Domingo López,
sólo consiguió uno. Unas fechas después los partidos negociaron y Sebastián López fue investido alcalde
con el apoyo de Pascual, a pesar de
todos los pesares que tenían atrancados desde un tiempo antes.
Avelino era un
enamorado de la derecha y, además, muy poco comprensivo con quienes pensaran de
manera diferente a él.
Un sábado estuve con Sebastián presenciando un partido de fútbol en el restaurante “Tropezón” y Avelino estaba con otros dos amigos detrás de nosotros. De vez en
cuando Sebastián recibía, en la
cabeza o espaldas, el impacto de una avellana o de un hueso de aceituna. No me comentó nada, yo me percaté del asunto
y no le comuniqué que quien le lanzaba aquellos regalos era Avelino.
Un tiempo después, estábamos en el mes de julio,
tomábamos unas cervezas en el mismo bar un grupo de viejos conocidos y amigos,
los que tuvimos la suerte de vivir aquí y los que por razones de trabajo se
tuvieron que marchar a otros puntos de España y que, en esas fechas tan
señaladas, solían volver para vivir las Fiestas
de Santiago. Se respiraba un ambiente muy agradable, se hablaba de todo, se
reía más y se bebía no menos. Como la ingesta de licores elevó la temperatura al
cuerpo y a los ánimos, el contenido de la conversación derivó hacia la
política, la mayoría de los presentes simpatizaban con la derecha, y en el
fragor de las opiniones el inolvidable Avelino
me calificó como un hombre de izquierdas y entonces se derivó este diálogo
entre ambos:
- Esa afirmación que acabas de hacer es gratuita y
equivocada porque yo soy de centro.
No aceptó mi respuesta y continuó con otra de sus
ocurrencias:
- ¿De centro?
¡¡¡Pero si eres más rojo que una gamba!!!
- ¿En qué te basas para decirme eso? –le pregunté.
- ¿No has votado a Sebastián en las municipales?
- Tú lo has dicho, en las municipales. Lo he hecho
porque somos amigos. Pero a pesar de nuestra amistad y de votarlo todavía no le he dicho lo que le hiciste
una noche con las aceitunas y las avellanas.
- ¿Qué le hice yo?
– Tirárselas –le respondí.
- ¡¡¡Juro por
mi maaaama, que está en el cielo, que eso es mentiiiira!!!
- Puedes jurar por quien quieras pero lo que acabo
de decir va a misa.
Pasado un cierto tiempo alguien debió de comentarle
a Sebastián el asunto y me preguntó
por lo ocurrido, lo único que buscaba era confirmar las noticias recibidas.
El tema concluyó en esos dos episodios y nunca volví
a hablar más de él con ellos.
En el colegio se comenzó a edificar lo que más
tarde, con el paso de los años, sería el C.
F. Villargordo y el Avelino, como defensa central, formó
parte del aquel grupo de jóvenes futbolistas que más adelante nos ilusionarían
con aquel magnífico juego que desplegaban.
En la década de 1950 dos maestros jóvenes, D.
Francisco Bautista y D. Luís Pérez, ejercían dicha profesión en su
pueblo y, como eran unos apasionados del balompié, con sus alumnos impulsaron
el fútbol local a un nivel que no había tenido nunca aquí. También tuvo que
darse para ello una circunstancia muy especial, que hubiera un grupo de
muchachos muy bien dotados para su práctica.
El descampado que había frente al Colegio y
al viejo edificio de la
CASA-CUARTEL de la “GUARDIA CIVIL” fue el
primer campo de fútbol de aquella época.
Con
el paso de los años Avelino acumuló
anécdotas increíbles, le ocurrieron en el desempeño de su labor profesional
unas, otras estando de juerga con sus amigos y también las que protagonizaba
cada día con las partidas de tute.
TRASLADANDO
PRESOS DESDE PALMA DE MALLORCA A VALENCIA
Estando en Gerona viajó hasta Palma de Mallorca para
trasladar unos presos desde un penal de
esta isla hasta otro de Valencia. Esa misión la cumplió en compañía de otro
guardia de Villargordo, conocido popularmente como Andrés “La Mocha”.
Era el mes de diciembre y faltaban unos días para
las fiestas de Navidad. Llegaron al
penal, recogieron al preso ya esposado y se encaminaron al puerto para embarcar
hacia Valencia. Durante la travesía tuvieron tiempo de charlar y compartir
momentos de todo tipo. Durante la travesía el preso se percató de que eran dos
personas buenas y decidió tomar el turrón en casa. Él montó su estrategia
comportándose muy bien, colaboraba con ellos en todo, así se ganó su confianza,
los guardias comenzaron a estar encantados con el trabajo que estaban
realizando, ya hacían planes para repetir la experiencia y, mientras tanto, el
delincuente ya tenía diseñado el plan para escapar al menor descuido de ellos.
Cuando el barco atracó en el puerto, subieron a
cubierta para esperar allí el momento de desembarcar, mientras llega charlan
animadamente los tres y, antes de descender por la escalinata que los
conduciría al muelle, el preso se dirige a los guardias en estos términos:
- Señores han sido ustedes unos caballeros, les
agradezco el comportamiento que han tenido conmigo y les deseo que pasen, junto
a sus esposas e hijos, una “Feliz Navidad”.
– Gracias hombre, que lo pases tú también bien –le
deseo Andrés.
- Lo mismo te digo. Eres una buena persona y no te
mereces estar encerrado. Suerte y “Felices
Fiestas”.
Se saludaron y comenzaron a descender por la
escalinata, el Avelino iba delante y
Andrés detrás. En un segundo, sin
esperarlo, el preso se lanzó desde la escalinata al agua y el Avelino se percató cuando Andrés gritó y porque escuchó el
chasquido que ocasionó su caída en el agua, entonces ante la desesperación por
lo ocurrido, agobiado por la responsabilidad de la custodia y pensando en las
consecuencias dijo:
- ¡¡¡Esto me
ha pasado por bueno, confiado y gilipollas. Menuda Navidad me espera!!!
Salieron corriendo las escaleras abajo y, con la
ayuda de otros guardias que hacían servicio en el puerto, lograron atrapar al
preso cuando salía del agua por unas escalerillas del muelle.
CONTINUARÁ
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