domingo, 30 de marzo de 2014

“LUZ” O “TINIEBLAS”. TENEMOS QUE ELEGIR.


Colaboración de Paco Pérez
TEXTOS
1 SAMUEL 16,  6-7. 10-13A
En aquellos días, el Señor dijo a Samuel:
- Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey. 
Cuando llegó, vio a Elías y pensó:

- Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.
Pero el Señor le dijo:

- No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón. 
Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo:

-Tampoco a éstos los ha elegido el Señor.
Luego preguntó a Jesé:

- ¿Se acabaron los muchachos?
Jesé respondió:

- Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas.
Samuel dijo:
- Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue.  
Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo. Entonces el Señor dijo a Samuel:

- Anda, úngelo, porque es éste.
Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante.

EFESIOS 5, 8-14
Hermanos:
En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor.
Caminad como hijos de la luz -toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz-, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas.
Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas.
Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz.
Por eso dice:

- Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.
JUAN 9, 1-41
En aquel tiempo al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron:
- Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?
Jesús contestó:
- Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios
Mientras es de día tenéis que trabajar en las obras del que me ha enviado; viene la noche y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo.
Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo:
- Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado). Él fue, se lavó y volvió con vista.
Y los vecinos y los que antes solían verlo, pedir limosna preguntaban:
- ¿No es éste el que se sentaba a pedir?
Unos decían: El mismo. Otros decían: no es él pero se le parece.
Él respondía: Soy yo.
Y le preguntaban:
- ¿Y cómo se te han abierto los ojos?
Él contestó:
- Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me untó  en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé y empecé a ver.
Le preguntaron:
- ¿Dónde está él?
Contestó:
- No sé.
Llevaron ante los fariseos al que antes había sido ciego. (Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos.) También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó:
- Me puso barro en los ojos, me lavé y veo. Algunos de los fariseos comentaban:
- Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado. Otros replicaban:
- ¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?
Y estaban divididos.
Y volvieron a preguntarle al ciego:
- Y tú ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?
Él contestó:
- Que es un profeta.
Pero los judíos no se creyeron que aquel había sido ciego, y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron:
- ¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?
Sus padres contestaron:
- Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros y quien le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse.
Sus padres  respondieron así porque tenían miedo a los judíos: porque los judíos habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron:
- Ya es mayor, preguntádselo a él.
Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron:
- Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.
Contestó él:
- Si es un pecador, no lo sé. Sólo sé que yo era ciego y ahora veo.
Le preguntaron de nuevo:
- ¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos? Les contestó:
- Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso: ¿para qué queréis oírlo otra vez? ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?
Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron:
- Discípulo de ese lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene.
Replicó él:
- Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene y sin embargo me haya abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder.
Le replicaron:
- Empecatado naciste tú de pies a cabeza ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros? Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:
- ¿Crees tú en el Hijo del hombre?
El  contestó:
- ¿Y quién es, Señor, para que crea en él?
Jesús le dijo:
- Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.
Él dijo:
- Creo, Señor. Y se postró ante Él.
REFLEXIÓN
Los hombres somos tan especiales que solemos intentar modificar el discurrir de los acontecimientos y por eso no descubrimos a tiempo que la experiencia es el camino lógico de la vida, éste es el que debemos de seguir y no otros, nos guste o no esa realidad. Los hay que aceptan caminar por él ajustados al diseño de Dios y otros, considerándose suficientes, no lo aceptan y se trazan el suyo. Cuando después se tuercen las expectativas que nos habíamos forjado y nos sobrevienen los problemas ya comenzamos a disparar contra todo lo que se mueve, no soportamos el chaparrón que se nos viene encima y señalamos como culpables al inocente, al que nos ama, al que nos ayudó y nosotros consideramos que no fue suficiente, al que nos solía entender y perdonar siempre… ¡¡¡Hasta nos atrevemos con Dios!!!
Todo esto ocurre porque nos movemos por  intereses personales y no de ley, de ahí que escojamos lo que nos favorece y lo demás, aunque sea mejor, lo apartamos.
La justificación de mis palabras las he encontrado al leer el texto que nos relata la visita que Samuel a la familia de David, lo hizo por encargo de Dios y su papel fue: obedecer y dar oficialidad al cumplimiento de la elección que Dios había hecho ya.
Es aleccionadora la enseñanza que se nos regala con este hecho histórico: [Dios diseña siempre y nosotros, la mayoría, le respondemos intentando cambiarle el rumbo a su proyecto.
Los hombres solemos actuar fijándonos, la mayor parte de las veces, en apariencias externas a la hora de hacer nuestra elección o de establecer nuestras opiniones, valoraciones y sentencias. Él no procede así, mira siempre en nuestro interior para descubrir qué cosas tenemos ocultas ahí, lo contrario de lo que hacemos los hombres. Nosotros preferimos movernos guiados por lo externo y por nuestros intereses personales; Él  por el bien colectivo, es decir, lo contrario a nosotros].
La LUZ y las TINIEBLAS es el tema central de hoy y entonces, partiendo de que el hombre recto -el que camina según la LUZ- está llamado a realizar grandes empresas y que aquel que anda por las tinieblas no, admitiremos que será de necios el intentar hacerlo por los caminos inadecuados.
Somos hijos de Dios, Él es la LUZ y ésta tiene como atributos: la verdad, la bondad y la justicia... Los que incorporen a sus obras este ramillete de acciones transitarán por la LUZ y los que no lo harán por las TINIEBLAS. Éstos, amparándose en la oscuridad montan sus actos deleznables contra quienes les rodean para cogerlos desprevenidos y así poder sacar sus jugosas ventajas materiales.
Los hombres que aman la LUZ deberán de poner al descubierto con la que emana de su ejemplo de vida, ante el mundo, las patrañas diarias que hacen los seguidores de las tinieblas para que sean descubiertos y no triunfen. Si procedemos así y nos amparamos en Jesús entonces Él, que es la Luz, nos guiará.
Un hecho real, la curación del ciego, es un ejemplo claro de cómo camina el hombre por la vida, en la oscuridad.
Cuando tenemos delante de nosotros las evidencias solemos pasar de largo ante ellas y nos empecinamos en mirar hacia otras direcciones, las que justifican nuestro proceder equivocado pues tenemos que reconocer que nos encanta seguir nuestros caminos y no transitar por los oficiales; esos que rezuman transparencia, luz y notarios. Éstos dejan poco beneficio en nuestras arcas pero los que lo hacen por caminos polvorientos sí suelen impregnarse su cuerpo y las vestimentas con suciedad. Como las adherencias resultantes las ven como positivas pues no tienen tiempo de quitárselas de encima y, aunque se ven bellos así, la sociedad no opina igual y los ve en su justa dimensión… ¡¡¡Como unos cerdos!!!
Hoy el barro y la saliva son elementos sanadores, si meditamos sobre ellos y lo hacemos a la luz de la razón entonces comprenderemos que todo es bueno. Dios, en la Biblia, hizo uso de él en varias ocasiones: Nos creó del barro, curó al ciego… El hombre también lo usa: el alfarero para modelar, en Egipto y en nuestro pueblo –antes- para construir viviendas, en ciertas culturas como medicina para proteger la piel de los rayos solares… ¿Es deleznable el barro porque manejarlo ensucia?
Lo deleznable es el uso que hacemos las personas de las cosas, sea la que sea.
Con este hecho real Dios nos enseña que el hombre es el que dictamina qué es lo correcto y adecuado y qué no, para Él todo es bueno y adecuado.
También nos demuestra en muchas acciones su grandeza y éstas, ante los ojos del hombre, son incomprensibles. Por ejemplo: Que señoras ancianas dieran a luz sus hijos contraviniendo las normas de la naturaleza, que un tartamudo –Moisés- negociara con el faraón la liberación de su pueblo, que un niño –David- derrotara a un gigante… Estos hechos históricos nos muestran cómo procede Dios, cuál es su poder y cómo –por ese método- sus acciones resultan incomprensibles para quienes creemos saberlo todo; la realidad es bien distinta, no sabemos nada.
Con este proceder Dios nos enseña que somos un instrumento en sus manos y que por eso se sirve de situaciones de debilidad, o fuera de la normativa, para que comprendamos mejor que Él es el autor de todo y que por ahí llegaremos mejor a conocer su grandeza.
El judaísmo encorsetaba y encorseta, Jesús nos enseñó cómo debíamos de caminar después de su muerte y, a pesar de ello, es evidente que aún no hemos aprendido la lección. A las pruebas me remito:
1.- El día de la semana en que realizó la curación fue sábado. Él era judío y conocía lo que tenían estipulado ellos para ese día, se guió por su criterio recto y no tuvo inconveniente en curarlo…
¿Por qué?
Porque para Él lo principal fue atender al ciego cuando lo buscó y lo secundario fue la norma que les regía, la que emanaba de la TRADICIÓN incoherente y ataba a los judíos de pies y manos ese día.
2.- Pasan los años y en nuestra religión seguimos atados por normas implantadas desde  hace años, es decir, las que también emanan de la tradición. Esas las respetamos con puntualidad rigurosa y, por el contrario, las que sí emanan de Dios nos olvidamos de ellas. Por ejemplo: Dentro de unos días, si llueve, algunas imágenes de TV nos mostrarán las mejillas húmedas de quienes no pudieron procesionar a su imagen. Si no llueve todos son felices y el comportamiento religioso queda aparcado hasta el año siguiente.
Después de dos milenios hemos evolucionado mucho en los avances de la ciencia y muy poco en el cumplimiento del mensaje de Dios. Digo esto porque no creo que el mensaje de Pablo sea de hoy: [Caminad como hijos de la luz -toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz-, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas.].
Si intentamos caminar guiados por la LUZ podremos ayudar a otros pero si nos sentimos cómodos en las TINIEBLAS nos perderemos.






No hay comentarios:

Publicar un comentario