Colaboración de José Martínez Ramírez
Los hechos que
inspiraron esta historia de amor, no correspondida, ocurrieron en Villargordo,
siendo el año del Señor 1982.
Eres
como una bocanada de viento
cuando
me falta el aliento para seguir.
Tormenta
que diluye, por fuerte aguaviento,
la
sal que la vida, pendiente de consumir,
me
ha puesto en la boca que yo detento.
Una
mirada sola que puede conseguir
que
nazca toda una vida. Quiero lento,
el
beso que aquella tarde, yo te ofrecí.
Si
te digo que aún te quiero, no miento.
Así
que te entrego lo poco que hay en mí.
Y
espero que acabes con este mi tormento.
Mas
si decides que vuelva donde nací,
piensa
en los jamones que tengo, por ciento,
colgados
en la alacena y no es baladí
que,
cuando le hinco el diente, pienso.
Si
por algún motivo no quieres venir,
te
comportas como un puro jumento.
Pegan
las lonchas en la boca al coincidir,
con
la uva tinta de la Ribera del Duero.
Anda,
pasa con dos copas y hazlo por ti.
ELLA
Estoy
pasando más que un nazareno.
Si
crees que por comer jamón me voy a vestir,
de
blanco. Antes que el “Capitán Trueno”,
me
lleve a Almenara en brazos y, una
vez allí,
me
vuelva arrastrando envuelta en cieno.
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